Cocina con alma de cueca

Irte a Santiago es casi como quedarte en casa, pero con la fortuna de cambiar de aire, flotar en una amabilidad amorosa, ver el Mapocho hecho paisaje y comer tan rico como de costumbre.

Gran parte de todo ese atractivo se cuece desde antes de viajar, cuando vas saboreando el sitio que te espera. Un balance perfecto entre algo de bohemia, mucho de calma. Algo de low travel. Mucho de Isidora Goyenechea llenándote los ojos. Algo de calles arboladas. Mucho de caminata. Algo retro. Mucho de vanguardia. Como un aire clásico con la inteligencia del futuro. Como buscar una residencia cómoda, personal y detallista en una ciudad que tiene todo lo que deseás cuando pensás en irte de paseo. Acá cerca, con la mezcla perfecta de la ciudad avant gard de la vieja Barcelona y la modernidad de Amsterdam. Con la historia de Marbella y la intelectualidad de Nueva York. 

La mesa súperlujosa

Desde 2019 Germán Ghelfi se transformó en una especie de show brand, porque además de crear la experiencia culinaria, montó un proyecto integral en los restaurantes del Mandarin, que incluyen, tal como empezó a suceder en Europa, una tienda, una bodega de productos exclusivos, patisserie, y diferentes instancias de degustación que van del picnic, al brunch.

El cordobés decidió estudiar cocina en 1997. Eligió la escuela de cocineros Azafrán, fundada por Lucas Galán y Eni Tognocchi un año antes en su provincia natal. Era el tiempo en que ser chef no estaba de moda. Egresó con la primera promoción de la entidad y desde ese momento nunca le faltó trabajo. Dio clases, dictó cursos propios, ingresó a trabajar en una pizzería y más tarde en un restaurante. “Siempre me gustó trabajar -dice-. Me apasiona todo de mi profesión. Me gusta crear y mejorar. Eso es algo que podés hacer en cualquier sitio”.

Mandarin Orienta, la célebre cadena de súper lujo desembarcó en medio de la pandemia en América Latina. Eligió asentarse en Chile con su primer proyecto, el segundo después de NY. Ghelfi es quien ha quedado a cargo de las cocinas desde el inicio. Según los estándares de la cadena, sólo admiten a multiestrellas Michelin. El está yendo por alguna.

El primer paso fue reinventar la experiencia chilena bajo la filosofía de Mandarin. Otra vez con la mirada en el cliente y el aporte que la cocina puede dar a todo el negocio, ha conseguido recuperar ingredientes de típicos, apostar al KM 0, tendencia mundial entre los chefs de vanguardia, y todo respondiendo a una consigna muy afín a la mesa de estos pagos: la cocina de hogar. Así aparece en una carta una propuesta de ravioles originales de su abuela.

También encaró el primer proyecto vitivinícola del mundo para Mandarin. “Era impensable no tener vinos chilenos de marca propia en un país célebre por sus vinos en el mundo -afirma-. Hicimos un trabajo muy creativo junto al equipo enológico de Lapostolle, una viña franco-chilena localizada en el Valle de Colchagua. Lanzaron antes de la pandemia dos versiones: MO Carménère y MO Blanc, ambas ya agotadas.

«El vino fue un éxito, consumimos más de 12.000 botellas de la primera edición y ahora, para la segunda entrega de nuestro MOwine Grand Cru está en casa luego de 14 meses de trabajo. Quedó espectacular -recalca con entusiasmo desbordante-. Chile es un bello rincón del mundo y uno de los principales productores de vino. Sus valles, la cordillera y el mar crean un clima perfecto para que los vinos sean una vitrina de exportación al mundo entero, bajo este concepto seguimos trabajando con los grandes vinos íconos de Chile y también con bodegas pequeñas”.   

“La pandemia nos dio la oportunidad de regresar a los básicos y volver a organizarnos -explica-, permitiendo mirar detalladamente nuestra propuesta y volver a trabajar fuertemente con el mercado local y darnos a conocer entre el viajero y el comensal nacional, revalorizando las propuesta gastronómicas y el servicio que brindamos. La evolución fue muy grande y logramos consolidar los restaurantes dentro del 1% de los más populares del mundo según TripAdvisor con Matsuri y dentro del 10% de los restaurantes más populares del mundo con Senso. Dentro del top 5 en los dos segmentos de nuestros restaurantes en la ciudad. La propuesta gastronómica hoy es nueva, divertida, contemporánea y de temporada. El Bar Origen tiene una coctelería exquisita con mucho trabajo de investigación y diseño.

Bajo este proyecto, Germán sostiene que tuvo algo bueno la pandemia, a pesar de todos los infortunios: «nos dio la oportunidad de parar la pelota, levantar la cabeza mirar a nuestro alrededor y entender que el mundo y el mercado cambió. Nos dio el espacio para reinventarnos y pensar las cosas desde un ángulo más estratégico y aprovechar las oportunidades ante la adversidad».

La oferta gastronómica hoy es amplia y variada. Con sus más de 4 mil kilómetros de costa y su exquisito y variado clima, Chile se permite tener productos de calidad. «Por estos días trabajamos nuestro especial de primavera-verano -explica-. Nuestro hit en Senso son las pastas caseras hechas a mano con esa identidad italoamericana que es la base de nuestra herencia, nuestro Caviar de Esturión exclusivo y especialmente cultivado para nosotros. Además, para este invierno podrás disfrutar de nuestra terraza acondicionada sin perder el encanto y la belleza del jardín que posee una extensión de más de 1.000 metros cuadrados”.

Si hay algo que Ghelfi transmite es la pasión que tiene por su trabajo. Cada detalle le importa con honestidad. No hay jactancia ni soberbia. Hay mucha dedicación, pies sobre la tierra e imaginación para hacer que todos se lleven lo que desean. Una mirada sobre el lujo coincidentemente con el concepto Mandarin Oriental: lujo sin lujuria.

Hasta donde se pierde la vista

Santa María de Manquehue se gestó en lo que fue el predio Santa Adela, que pertenecía a la familia Rabat. El Cerro Manquehue determina las características del paisaje comunal. Su nombre proviene del mapuche y significa «lugar de cóndores”. Vitacura, rodeada de zonas planas y montañosas, ofrece hermosas áreas verdes y una muy buena calidad de vida. Fue fundada el 9 de marzo de 1991 y esconde un oasis perfecto para la ciudad ajetreada, para reconfortarte el alma. 

Ubicado en un elegante edificio emblemático, el Hotel NOI Vitacura combina una impresionante arquitectura moderna, lujo contemporáneo y vibrante energía urbana con vistas incomparables de la Cordillera de los Andes. Además de adentrarse en lo mejor del exclusivo barrio de Vitacura en Santiago, famoso por boutiques de moda, su paisaje gastronómico y la tentación de las galerías de arte.

NOI Vitacura es una gloria urbana con suites inundadas de luz natural a través de grandes ventanales de piso a techo. Tiene un equilibrio entre chic y acogedor, las habitaciones están decoradas con telas italianas de primera calidad, ropa de cama importada de Portugal.

Vale la pena detenerse en los detalles. La madera rojiza que se pasea por el lobby como una línea conductual, hasta llegar a las habitaciones. Se cuartea en las puertas, dotándolas de un damero personal, y tamiza la luz solar en muchas de sus ventanas. La gran sorpresa de sus pasillos de interior abierto, son lazadas de inspiración que abren paso a cada cuarto, atravesando sutilmente el corazón abierto de todo el edificio.

Con el espíritu cosmopolita, para disfrutar de un buen ambiente, música y una vista espectacular, la terraza panorámica de NOI Vitacura, en Tramonto, es perfecta.

Con una amplia carta de cócteles y una exquisita gastronomía, este restobar de Vitacura espera con el candor del paisaje que duerme a su sombra. En lo alto del moderno hotel NOI Vitacura, ubicado en el exclusivo barrio de Vitacura en Santiago, famoso por boutiques de moda, espacios gastronómicos y galerías de arte, es el sitio donde acontece perfecto el acuerdo mágico de sabores de otro nivel, música que pone espíritu a la escenografía. 

Equipado con una amplia terraza al aire libre y un comedor acristalado, Tramonto está abierto todo el año y ofrece impresionantes vistas de 360° sobre el horizonte de Santiago y la Cordillera de los Andes.

Situado junto a la piscina de la azotea del hotel, el menú incluye una excelente cocina, desde pizza y empanadas hasta delicadas piezas de carne a la parrilla, además de cócteles artesanales, vino y cervezas.

El sitio al que querrás volver cada vez que cruces hacia el pacífico, como para mirar desde lo alto a la bella Santiago y rendirte a sus pies desde lo alto.

Callejero de mundo

Lo más difícil a la hora de adquirir prestigio en materia gastronómica es encontrarle sentido a lo que se hace. Presentar un concepto es el desafío más severo en medio de una batahola de propuestas que, en la mayoría de los casos, se reiteran y se copian, siempre con éxito diverso. Moma Adrianzén lo hizo a lo grande. Está convencido de que las experiencias vividas en diferentes partes del mundo le brindaron “un plus especial” para abrir su propio negocio. Ya no sólo se trata de amar la cocina y de meterse entre las ollas, sino que el éxito gastronómico llega de una ampliación en la visión: desde la presentación casi arquitectónica de los platos, al diseño personal de sus locales, la elección detallada de los proveedores de kilómetro cero y la experiencia particular que puede proponer el personal. 

Moma se animó primero en Miraflores, en Lima. Allí montó su primera versión de Jerónimo bajo un concepto novedoso: el de la cocina de esquina. Está inspirada en los sabores callejeros, en los platos de paso de todo el mundo, pero con ingredientes y trato de calidad, además de una vuelta de tuerca, uno de sus sellos personales.

El éxito llegó rápido. Y el paso siguiente fue Santiago, en Chile, en el coqueto barrio de Vitacura. 

A los 23 años, Adrianzén había cursado algunas materias de la carrera de Administración de Empresas y, después, de Periodismo, además de realizar prácticas en la cocina de un restaurante, trabajo que entonces no lo cautivó plenamente. En tanto, sus padres se mudaron a Kuala Lumpur, Malasia, y le pidieron a Moma que los visitara. Sin embargo, el viaje programado para tres semanas se prolongó más de la cuenta. Allí explotó su pasión por la comida. Se maravilló con la variedad de insumos y platos, así que decidió quedarse para estudiar. Paralelamente a su carrera, trabajó en un restaurante, mientras que en sus tiempos libres viajaba. Estuvo en Tailandia, Vietnam, Laos, Indonesia, luego en Europa, en diferentes sitios. En sus viajes intentó aprender mucho de la cocina de la calle. «Ahí está el sabor”, sostiene. Desde entonces trabajó para figuras del firmamento culinario como Pedro Miguel Schiaffino, Rafael Osterling y Rodrigo Conroy, además del grupo Osaka.Y uno de sus últimos destinos como chef trotamundos fue México, donde comenzó a consolidar su sueño.

El nuevo Jerónimo de Av. Alonso de Córdova en la capital chilena hace nuevamente honor a la esquina no sólo geográficamente, sino en su concepto. Es imposible elegir sin quedarse con las ganas. Los tacos son genuinos, el costillar de cerdo St. Louis son con tortillas de maíz artesanales, acompañados por un costillar de carne tierna es inolvidable.

Los huevos rotos con papas fritas, chistorra y aceite de trufa explotan de sabor en el paladar. 

Y también hay clásicos a la parrilla o pastas reintentadas.

¿Algo de moda? Coliflor frita, un hallazgo.

Imposible partir sin un “tres leches” con nutella.

La barra de tragos seduce por sí misma. Una opción entre dulce y cítrico a la vez, lo mejor es la fresca combinación de ron Selección de Maestros, piña, maracuyá y limón, decorado con una piña deshidratada cuya gracias es morderla mientras se va tomando el cóctel.

Y de la carta, un imperdible es el “alma, corazón y vida”, una mezcla del destilado peruano Cuatro Gallos Acholado, Campari, vermouth blanco, frutos rojos, naranja y clara de huevo.

Para cuando asomen los atardeceres cálidos la mejor opción es “doña María sangría“, que Cuatro Gallos Torontel, chardonnay, almíbar de lavanda, zumo de naranja.

Hay calle bien vivida. Hay sabores conocidos con una pátina de inspiración personal. Y hay tanto para ver que visitar Jerónimo una vez es una picardía.

Por Macarena Neptune