La reina de motores

Como le explica a sus hijos, Eylo González (45) jefa del Taller de Motores de Iberia, su trabajo es arreglar motores y también les dice que es «la jefa de un lugar donde la mayoría son hombres”, pero esto último, aclara la propia Eylo, «solo lo digo en casa» y nada tiene que ver con ser una superwoman, sino con crear referentes de igualdad frente a las 600 personas que dirige y que son las que ponen a punto los aviones de medio mundo. 

 
Cuéntame de tu familia de niña, ¿a qué se dedicaban tus padres? ¿Cómo fue tu infancia? ¿Cuáles eran tus hobbies? 

La verdad es que tuve una infancia maravillosa rodeada de mis cuatro hermanos varones en un pueblo de Córdoba, España, donde mis padres eran médicos. Era una casa con mucho movimiento de niños entrando y saliendo, en la que jugábamos todos juntos. En medio de todo esto a mí me gustaba pasar tiempo leyendo. 
 
¿Cuáles cree que han sido los pequeños gestos de pequeña que la impulsaron a saber que podía intentar lo que quisiera? 

La verdad, es más bien al revés, nunca creí que existiesen límites, así que, simplemente, durante mi vida no los he visto. Mis padres nos enseñaron los dos el valor del trabajo y del esfuerzo, a estar seguros de que con ganas y dedicación puedes conseguir lo que te propongas. Pero siempre con trabajo. Nunca nos dieron alas aceptando excusas o razones para que no fuera así, sino que con total normalidad nos fueron enseñando el camino: si quieres ganar la carrera, corre más que los demás, para ello, entrena más que los demás. Con mi padre hablaba de Madame Curie y me fascinaba. La primera persona con dos premios Nobel en campos distintos, pero los verdaderos referentes han sido ellos, mis padres, nunca faltaron al trabajo, nunca los oímos quejarse y siempre han estado a nuestro lado. 
 
¿Cuáles son los gestos que brinda a sus propios hijos para impulsarlos? 

Pues diría que un poco la misma filosofía que viví yo de pequeña, simplemente el ejemplo de la vida diaria: demostrarles que se puede tener una carrera profesional plena y, a la vez, una familia maravillosa. Y al igual que hacían mis padres, intentamos no sobreprotegerles diciéndoles que todo lo que hacen es perfecto, les reconocemos en las cosas en las que destacan, pero también es importante que entiendan sus carencias. Una vez conocidas, con trabajo, las pueden superar. Y cuando lo hacen (porque lo hacen) se sienten realmente bien. 
 
¿Cuáles son hoy los dilemas que enfrenta en su trabajo en términos de género? 

Lógicamente, tener un equipo con mayor presencia femenina el principal. Esto es algo que no se puede hacer de la noche a la mañana y que está muy ligado a la educación de las niñas. La representación de mujeres en la plantilla de mecánicos es muy baja, y para cambiar esto hay que hacer que a más niñas les atraiga este mundo y, para eso, lo primero que es necesario es que lo conozcan. Nosotros, en Iberia, hemos participado en proyectos que enseñan diferentes profesiones del mundo de la aviación a niñas adolescentes, para que vean otras opciones. Pasan un día con mujeres ingenieras, mecánicas y pilotos, donde de primera mano les contamos cómo es nuestro día a día, lo que al final acaba despertando el interés de muchas de ellas.  
 
¿Qué cree que ha cambiado desde su ingreso a la industria en esa materia? 

Especialmente, una mayor conciencia de estos bajos números de presencia de mujeres y un deseo de revertir la situación. Aun así, creo que todavía tardaremos bastante en ver números más equilibrados entre hombres y mujeres porque, como digo, es algo que hay que trabajar desde la infancia.  
 
¿Cuál es su opinión sobre los cupos de minorías? 

Creo que se deben dar las mismas posibilidades a ambos géneros, siempre. Y que, de manera paralela, hay que luchar por crear una sociedad donde desaparezcan las profesiones ligadas a uno u otro, todo ello empezando desde la educación. Tras eso, lo justo es que siempre el mejor candidato para el puesto sea el que lo obtenga.  
 
¿Cree que hay un atributo particular que las mujeres aportan a la mecánica? 

No en particular. Pero sí creo que es la diversidad de opiniones, de modos de enfrentar los problemas e incluso de caracteres lo que enriquece a un equipo y lo hace más potente. 
 
¿Cómo es el día a día de trabajo en el taller de motores?  

Pues es curioso que, haciendo teóricamente lo mismo cada día, la sensación es que cada día es distinto al anterior. Además, el ritmo es bastante exigente. Y todo ello creo que es porque estamos apostando mucho por este taller. El equipo ha demostrado que es capaz de lidiar con las situaciones más difíciles y eso, junto con su gran capacidad técnica, hace que nos planteemos nuevas metas cada año. 
 
¿Cómo se lleva con la conciliación laboral? ¿Qué ha cambiado en su trabajo a partir de la maternidad? 

Pues haciendo malabares como la mayor parte de las familias y, como en el mundo profesional, con mucho trabajo en equipo, en este caso con mi marido. Juntos nos encargamos de todo y tratamos de cubrir las necesidades de nuestros hijos, pues es inevitable que siempre haya algún fallo, pero lo básico está cubierto. Y, la verdad, no creo haber tenido cambios a raíz de la maternidad. La vida es una evolución continua en los dos aspectos: vas creciendo poco a poco como profesional y, también, en tu vida privada. Sin darte cuenta, tienes niños mayores en casa y cada vez más responsabilidades en el trabajo. 

Por Flavia Tomaello