María Lagos: Dejando una huella en la vida de las personas

Mark Twain, célebre escritor norteamericano cuyo verdadero nombre era Samuel Langhorne Clemens, solía decir “aléjate de la gente que trata de empequeñecer tus ambiciones. La gente pequeña siempre hace eso, pero la gente realmente grande, te hace sentir que tú también puedes ser grande». Hay personas marcadas por el hacer. Que expanden y abarcan, que engrandecen y motivan. Esos motores que activan los proyectos y los convierten en hechos. Algo de ello hay en María Lagos, quien desde hace algo más de doce meses se desempeña como la directora ejecutiva de Fundación Nordelta. «Elegí estudiar filosofía porque siempre me interesaba ir más allá -cuenta a Revista Gallaretas en exclusiva-, me cuestionaba cosas, quería entender a las personas, su forma de pensar. Pero después, cuando evaluaba la salida laboral de la carrera, no me cerraba, quería algo más práctico». Cuando estaba terminando su formación, le surgió la posibilidad de hacer una pasantía en el Centro para el Compromiso Social de la universidad y le encantó. Dos años después hizo una especialización en gestión de organizaciones sin fines de lucro.

Pero, además, desde chica le gustaba mucho leer. «Cuando tenía 14 años empecé a recibir en casa unos sobres anónimos con capítulos del libro «El mundo de Sofía», que me despertaron mucha curiosidad -sigue-. Tiempo después, mi padrino me regaló el libro. Él era el que había estado transcribiendo los capítulos y mandándomelos de manera anónima. Además, tuve un gran profesor en la secundaria que se llamaba Pablo Ríos, que fue una gran inspiración. 

Ahí descubrí que mi verdadera pasión era trabajar con sentido social, más allá de lo económico, tratando de dejar una huella en la vida de otras personas”.

El inicio fue desde muy joven…

Sí, a los 16 años hice mi primer voluntariado con el colegio. Realicé apoyo escolar en Virreyes. A los 18 empecé a visitar enfermos en el Hospital de San Isidro. También me marcó mucho el ser parte de un movimiento de la iglesia católica, con el que misioné e inicié mis primeros pasos en fundraising. Cáritas fue mi gran escuela de formación, pude desarrollarme, aprender a liderar equipos, unir la vida profesional con la personal.

¿Cómo se equilibra tu vida personal con la laboral?

En mi desarrollo como mujer profesional a veces me toca dejar algunas cosas de lado, como, por ejemplo, no poder buscar a mis hijos en el colegio. Sé que soy mejor madre si trabajo. Me siento mejor persona, plena, con crecimiento profesional y, en consecuencia, esto hace que sea mejor madre.  Tengo dos hijos: Manuel de 7 años y Agustín de 4. Ellos son mi mayor alegría, la razón por la que me levanto todos los días por la mañana. Siempre quise ser madre y poder compatibilizar la vida laboral. Para mí es importante la calidad del tiempo que les dedico, más allá de la cantidad. En otros momentos de mi vida, en los que tuve más tiempo para los chicos y no trabajé full-time, me sentía incompleta. Siempre busqué un trabajo en el que pudiera dejar algo en la sociedad, dejar huella, sentirme parte. En este sentido, no puedo dejar de mencionar el apoyo incondicional de mi marido. Fede, es un pilar fundamental para mi desarrollo profesional, hacemos un gran equipo en la crianza compartida de nuestros hijos. 

¿Creés que ser mujer en el espacio de organizaciones sin fines de lucro tiene un peso particular?

En el mundo social el liderazgo femenino, el ser mujer, ser madre, te moviliza: la empatía, el vínculo, la emotividad, el ayudar al otro. Son cosas que se necesitan en la dirección de una organización y también creo que se necesitan más mujeres conductoras en otros ámbitos, porque miramos desde otra perspectiva y tenemos mucho para aportar. Que tengamos estas capacidades para las habilidades blandas, no quiere decir que no podamos tomar decisiones difíciles. Es necesario tener un equilibrio con la planificación estratégica y la toma de decisiones. 

UN CAMINO CON MUCHOS HITOS

Por lo que contás, con tu inserción en la actividad social desde tan pequeña, tus padres han debido ser inspiradores, ¿verdad?

En mi historia de vida la ayuda al otro estuvo plasmada desde niña. Mis padres siempre ayudaron e hicieron voluntariados, y me despertaron la conciencia social, el querer ayudar y la vocación de servicio. Mi padre fue voluntario durante muchos años, recuerdo que todos los meses iba a comprar alimentos y los llevaba a un taller protegido para jóvenes con discapacidad en Florencio Varela. Siempre lo invitaban a almorzar y se quedaba largo rato charlando. Muchas veces tuve la suerte de poder acompañarlo.

¿Cómo fue tu paso por Cáritas Argentina?

Importante en sentido profesional y personal. Comencé en relaciones corporativas luego fui coordinadora de desarrollo de recursos y más tarde coordinadora de desarrollo institucional. En los mis últimos meses allí me desempeñé como Directora de Administración y Relaciones Institucionales. Llegó un momento en que sentí que había cumplido un ciclo, me mudé a zona norte por cuestiones personales y familiares, y en esta etapa de mi vida tuve que equilibrar mi desarrollo profesional y el cuidado de la familia, como les pasa a muchas mujeres en la actualidad. 

Allí iniciaste otro camino…

Exacto, en Potenciar Solidario, una organización que me dio mucho, en la que aprendí sobre procesos que hoy estoy aplicando en la Fundación Nordelta. También hice algunas consultorías personalizadas a organizaciones sociales. Sentí que me faltaba el territorio, en Cáritas viajaba, tenía vínculo con la gente… En medio de eso surge la posibilidad de entrar a Fundación Nordelta. Matcheamos totalmente. Cuando leí la descripción del puesto, pensé que esa búsqueda estaba escrita para mí. 

¿Alguna vez te planteaste cambiar de rumbo hacia el mundo corporativo?

Sí, me lo planteé cuando salí de Cáritas. Si bien sabía que quería hacer algo que tuviera vínculo con personas, la idea de pasar al mundo corporativo me duró una semana… (risas) 

UN PROTECTO ACÁ CERCA

¿Qué encontraste en Fundación Nordelta?

Me sorprendió gratamente el trabajo social, la educación y la inclusión laboral. Creo que desde mi experiencia y expertise lo importante es darle a las personas las herramientas para salir adelante, que puedan desarrollarse y elegir su futuro. Me encontré con un trabajo social muy bien organizado, cuidando los espacios físicos, que son de calidad. Desde aquí enseñamos y educamos para cuidarlos. Es una forma de educar, de tener bien la casa, el orden, la limpieza. Es una fundación con muchos potenciales aún por desarrollar, con un gran equipo con trayectoria y conocimiento educativo. Muchos vecinos de Nordelta desconocen el trabajo de la fundación y el cuadro histórico de desarrollo.

¿Qué quisieras que sepan mejor?

Que la Fundación Nordelta tiene por misión acercar educación de calidad a vecinos de barrios vulnerables. Gracias a la comunidad de Nordelta, por medio de su donación a través de las expensas, esto es posible. Con el equipo de la Fundación trabajamos en los barrios de las Tunas y San Luis. Además articulamos con la Escuela Nro. 21 y a partir de este año también con la secundaria Nro. 39. Nuestro objetivo es impactar desde los 0 a los 25 años. Desarrollamos nuestra función acompañando mujeres embarazadas, les brindamos herramientas para el cuidado en el embarazo, estimulación temprana, vínculo sano madre e hijo. Habilitamos espacios para que las madres se sienten a jugar con sus hijos y no les pongan una pantalla. Es necesario que los chicos tengan un acceso cuidado y responsable frente a los dispositivos electrónicos. Mientras más se atrase el uso del celular, mejor. 

La alfabetización es un punto clave, ¿verdad?

Es un tema que nos preocupa y nos ocupa. Tenemos dos programas que incentivan la alfabetización: DALE! Por sus siglas Derecho a Aprender a Leer y Escribir y acompañamos la implementación de El Camino de Mateo en la Escuela 21. Personalmente, soy, además, voluntaria en el DALE!. Eso me permite estar más cerca de los chicos y sus problemáticas. Tener una hora de mi semana laboral dedicada al terreno, con las necesidades y problemáticas que queremos cambiar, me ofrece un cambio de perspectiva. 

¿De qué se trata Camino de Mateo?

Es una metodología que capacita a docentes para qué a través de un cuadernillo favorezcan la alfabetización de los chicos. Lo hacemos de la mano de la Escuela Nro. 21. 

También cuentan con un programa de inclusión laboral…

Hace 3 años, la fundación empezó un programa acompañado por AVN, sobre capacitación para el primer empleo. El diferencial con otros planes de este tipo es que intermediamos esa primera inclusión laboral. Nos interesa que puedan generar trabajo solos, pero aspiramos a que sea un trabajo de calidad. En este programa estamos siempre atentos a las necesidades del mercado. Un resultado no esperado es que algunos de los jóvenes deciden apostar por un estudio universitario, convirtiéndose en la primera generación en sus familias. A partir de esto, es que este año empezamos con una experiencia pequeña de becas universitarias. También ampliamos el programa de becas secundarias de 11 a 70 jóvenes y cambiamos la propuesta, que hoy incluye refuerzo escolar secundario obligatorio para todos los que tienen becas. Esto es un acompañamiento personalizado a la trayectoria educativa.

¿Qué es lo que más te gusta de la Fundación Nordelta?

Me gusta ser puente entre vecinos, que la Fundación sea esa unión entre personas que viven cerca pero en contextos muy diferentes. Soy una convencida que cuando dos personas se encuentran, ambas salen enriquecidas. Todos tenemos algo para dar y algo para recibir. 

También me gusta que acompañamos a los chicos a encontrar el sentido de sus vidas, a reconocer sus capacidades y potenciarlas, a confiar en sí mismos y eso hace que se les abran muchas más oportunidades para su futuro. 

Cuando una persona encuentra el sentido de su vida, eso la impulsa a vivir positivamente y superar situaciones de dolor. Pero para todo esto, hace falta una comunidad que apoye y acompañe. En Fundación Nordelta encontré una comunidad así. 

Por Flavia Tomaello