Cuando pastoreaba las ovejas en Pedrafita do Cebreiro, uno de los hitos del Camino de Santiago en Galicia, allí mismo donde tuvo lugar, según la leyenda, el milagro del Santo Grial, el mismo que cita el“Código da Vinci”, ella no se imaginaba que 75 años después su historia se cruzaría con la de ABBA.
María Antonia Tomé no emigró por hambre. Era hija natural. En un poblado que hoy no tiene más de 300 personas, su futuro era “poco auspicioso” para las reglas de la época. La metieron en un barco con 15 años con destino a la Argentina, entre otras cosas, para darle el primer ídolo a su nieta. Es decir, a mi.
Fue ella la que con su jubilación compró uno a uno los cassettes del grupo sueco que me hicieron aprender inglés, tocar el piano, usar un micrófono y cantar a los gritos. Los mismos cassettes que conservo junto a un grabador periodista que sólo sirve para volver a escucharlos en la versión de mi abuela.
Como tantos otros fanáticos del mundo, aquella idea de la vuelta estaba olvidada. Las películas, el musical, los revival eran nostalgias de juventud. Como una cabra loca uno se montaba al son de “Waterloo” o de “Knowing Me, Knowing You” al igual que Merryl Streep y eso era suficiente.
La banda vendió 400 millones de discos, con algunos de los mayores éxitos de la historia de la música, como «Dancing Queen”.
El 2021 trajo algo más que las vacunas para el COVID. De un día para el otro ABBA era un hecho presente. Los delirados del mundo tras el debate de si es más linda la morena que la rubia o viceversa, coparon las redes reversionando los temas de su casi infancia. Un mérito reconocido por el propio grupo que se ha cansado de repostear a la gente común, sus mascotas, sus hijos y sus instrumentos haciendo “abbandeces” por todo el planeta.
ABBA Voyage es un mix entre lo que fue y lo que la tecnología permite hoy. «Un concierto que combina lo viejo y lo nuevo, lo joven y lo no tanto. Un espectáculo que nos ha vuelto a reunir a los cuatro -dice, Björn Ulvaeus-. Espero que podamos ofrecer profundidad tanto en nuestras letras como en nuestras voces».
«As Good as New” (Tan bueno como nuevo)
Allá por los años en que yo era proyecto, en junio de 1966, Ulvaeus de 21 años conoció a Benny Andersson de 20. Björn tocaba en un grupo folk bastante popular denominado Hootenanny Singers. Benny, por su parte, era tecladista de un conjunto pop exitoso, The Hep Stars. La química funcionó rápido y en una semana tenían su primer tema juntos.
Cuatro años más tarde la dupla de compositores funcionaba bien para terceros. Mientras el grupo de Anderson lo había dejado partir, el de Ulvaeus grabó un nuevo disco en los estudios del sello Polar Music, perteneciente a quien se convertiría en el manager de ABBA, Stig Anderson.
Casi al mismo tiempo, por esa época, ambos conocieron las que se convertirían en sus parejas y que, además, completarían la sigla que los catapultó a la fama.
Agnetha Fältskog (la rubia), con 19 años, era un suceso joven desde hacía dos temporadas, cuando lanzó un simple en 1967. Se casó con Björn dos años más tarde. La morena Anni-Frid Lyngstad (1945), noruega, pero llegada a Suecia de pequeña, también se dedicaba a la canción desde antes que Agnetha, pero con menor suceso. Su casamiento con Benny se produjo recién en 1978.
Una sucesión de éxitos en festivales (Melodifestivalen de 1973 y 1974) bastó para que sus temas empezaron a arrasar los rankings de su país y a colarse en las listas europeas.
La consagración llegó en 1974, en Eurovisión, festival que ganaron en la edición Brighton, Inglaterra, con su tema “Waterloo”. ‘Mamma Mia’, también título del álbum que presentaron ese año, los catapultó a los primeros puestos de todos los rankings, incluso en el Reino Unido y Estados Unidos entre 1974 y 1980.
La carrera al estrellato era imparable: llegarían “Fernando”, “Chiquitita”, «Money, Money, Money”. ‘Take A Chance On Me”, «Voulez-Vous”. Giras de conciertos y documental incluidos.
A comienzos de 1979 Björn y Agnetha se separaron, aunque los éxitos musicales siguieron. Dos años más tarde fueron Frida y Benny los que tomaron caminos personales diferentes.
Para 1982 ellos se dedicaban a producir musicales, ellas a tomar nuevos bríos como solistas. Fueron tiempos de algunos nuevos álbumes y de un impasse del grupo como tal. No obstante ABBA Gold, lanzado en 1992, lleva vendidos más de 31 millones de copias hasta hoy. Un dúo de coletazos más llegaron en los dos años subsiguientes.
Para 1999 se presentó el musical «Mamma Mia!” que primero se estrenó en Londrrs y más tarde explotó en el mundo hasta volverse un éxito en el cine. En 2010 el grupo ingresó al Salón de la Fama del Rock And Roll, mientras en Londres se inauguraba ABBAWORLD, una exposición itinerante. Un evento que se afincó de manera permanente en ABBA The Museum en Estocolmo, Suecia, inaugurado en mayo de 2013. En 5 años lo habían visitado un millón y medio de personas.
Los protagonistas se resistían incluso a mostrarse juntos. Lo hicieron por primera vez luego de su distanciamiento en 1982 en el estreno de un musical en 2016. Los rumores del regreso comenzaron. Sin embargo, sistemáticamente, la respuesta fue “no”, Seco, unánime y terminante.
Consultado a qué atribuye el éxito obtenido, Ulvaeus afirma: ”sé que fuimos muy cuidadosos, muy disciplinados en nuestra composición. Escribimos siempre entre 12 y 14 canciones al año. No nos considerábamos satisfechos hasta que cada elemento de la pieza reflejaba lo que teníamos en la cabeza».
«The Way Old Friends Do” (Como lo hacen los viejos amigos)
«Es extraño hablar de ABBA en tiempo presente», explica Ulvaeus. Es que si bien él y su partner musical de siempre mantenían latente la esperanza reeditando versiones nuevas de los temas de siempre, coinciden:» nunca pensamos en que volveríamos a producir y presentar un álbum nuevo”.
A pesar de la distancia pública, siempre mantuvieron vínculos los cuatro, aunque “durante 40 años, hemos sido terminantes y unánimes en no querer volver a hacer algo juntos sobre ABBA”, sostiene Björn.
¿Qué hizo cambiar de idea, entonces? No lo tienen claro. Benny asegura que no puede recordar «ningún momento en el que alguno de nosotros propusiera hacer algo en serio y los demás dijeron que no. Había un acuerdo tácito de que no queríamos volver». Pero pasó.
Un día de 2018, cuando, según las propias palabras de Ulvaeus, “estábamos preparados para que las chicas nos dijeran que no», todo fluyó.
Acordaron que no irían de gira y tampoco saldrían a dar reportajes televisivos ni a conocer a los periodistas (por eso, de hecho, este intercambio fue a través de su departamento de prensa).
“Lo que nos sedujo a todos fue la idea de poder hacer la performance en el escenario mientras estábamos en casa o paseando al perro”, asegura Andersson.
El puntapié inicial se le debe a Simon Fuller, el productor detrás de «Idol» y The Spice Girls. Se acercó con una propuesta que, por primera vez, catapultaría a los artistas reales al mundo virtual: propuso montar un espectáculo en 3D con reproducciones de los integrantes de la banda cantando los éxitos más esperados con una orquesta en vivo. Para el team de septuagenarios fue una solución perfecta para no tener que someterse al estrés de presentaciones en vivo.
Los “B” se tentaron viendo la maqueta de “Michael Jackson ONE”. Para Ulvaeus, con un brillo nuevo en la mirada, apareciónla chispa de lo posible «hacerlo un millón de veces mejor”. El grupo ha sido pionero en la vinculación entre la tecnología y el mundo de la música. Para 1970 ya producían lo que hoy se conoce como video clips con la dirección de Lasse Hallstrom, dos veces nominado al Oscar como mejor director.
«The Visitors” el álbum presentado en 1981, es considerado como el primer lanzamiento en CD de la historia.
Ya sin Fuller detrás de la idea, convocaron a Light & Magic, la empresa responsable, entre otros, de los efectos visuales de “Star Wars”. Con este equipo y el sí de las niñas, diagramaron un espectáculo al que suman canciones nuevas a su repertorio, pero que, además, no los tendrá sobre el escenario físicamente, sino que se han diseñado “ABBAtars” según se veían los protagonistas en 1979, la época de oro de la banda.
Así nació ABBA Voyage, el primer concierto de una versión digital de un grupo realizado con el mismo método que se utiliza en cine para reproducir movimientos a partir de sensores computarizados (no hologramas). En el escenario se verá una versión digital de los protagonistas junto a una banda en vivo de 10 integrantes en un estadio en construcción: el ABBA Arena, especialmente diseñado con capacidad para 3.000 personas en El Parque Olímpico Queen Elizabeth de Londres. El debut será el 27 de mayo de 2022.
De pronto tuvieron que juntarse en un estudio para grabar las nuevas canciones, adaptar antiguas y, sobre todo, cubrir su cuerpo de sensores por cinco semanas para registrar todos los movimientos necesarios para que cada “ABBAtar” pueda circular en el escenario como lo haría su versión humana.
«Don’t Shut Me Down” (No me apagues)
Michael Bolingbroke, productor ejecutivo del concierto aseguró que: “desde el principio, este proyecto ha consistido en reunir el mejor equipo del mundo“.
Algo más de 1.000 expertos en efectos visuales de la empresa Light & Magic, fundada por George Lucas, han participado en el desarrollo. La arena es un teatro temporal localizado en un garaje en Barbers Road, junto a la estación Pudding Mill DLR, al este de Londres.
En marzo de 2020, London Legacy Development Corporation dio su aprobación para que el estadio pueda permanecer erigido allí durante cinco años. Cuenta con 6.710m² pensado para ser desmontable y reutilizable. El espacio interior permitirá una experiencia inmersiva de 360 grados.
Concebido como hexágono, cuenta con 3.000 asientos. Fue diseñado por Stufish Entertainment Architects, estudio que ya ha ha trabajado en la escenografía de la gira The Run II de Beyoncé y Jay-On Z, que comenzó en el Principality Stadium de Cardiff- También diseñó las ceremonias de apertura y clausura de los Juegos Olímpicos de Beijing en 2008 y los MTV Video Music.
El stage creado ABBA Voyage se puede transportar y reutilizar en otros lugares después de las fechas previstas en Londres que se extenderán hasta el 2 de octubre de 2022.
Tenés las entradas, te dan un acceso preferente, llegás en top micro vip, bajás en la puerta, unos minutos antes del show, justo lo necesario para rodearte de los fanáticos, envolverte en la marabunta de nostalgia y la locura de las vestimentas, comer algo, y entrar armoniosamente para ver desde la pista de baile (y hacer todas las coreografías) o corear desde la tribuna. Te vas con la emoción a flor de piel, algunas lágrimas en honora a la abuela María Antonia que todos tuvimos en nuestra vida y volvés en el vip ploteado micro que todos por Londres se dan vuelta a mirar. Todo obra de Civitatis.
Te quedás pensando en que el dúo que componen Björn y Benny es de una simbiosis perfecta. Este último es el músico metódico que cada mañana llega al estudio a enhebrar sonidos. Björn es el emprendedor que se lanza a nuevas ideas todo el tiempo desde su productora Pophouse Entertainment. Cuando Faltskog y Lyngstad se sumaron al estudio por primera vez en esta nueva etapa, para refrescar las viejas voces, Andersson recuerda que arengó «vamos, todavía podemos hacerlo increíble”.
Sin embargo, también confesó sus dudas antes de la primera sesión de grabación: «debería haberles preguntado si todavía podían cantar”, asegura.
La química hizo el resto. Sólo iban a grabar dos canciones nuevas. Pero, “pensamos en por qué no escribimos algunas más, solo por diversión”, cuenta Andersson. Lo dijo en voz alta. Frida y Agnetha levantaron el pulgar. Cuando volvieron a reunirse ya tenían cinco canciones.
La obviedad dio el siguiente paso; “podríamos lanzar un álbum”, propuso Andersson.
Agnetha dijo que había preferido dejar a Abba en el pasado. «Fue hace tanto tiempo, estamos envejeciendo y tenemos vidas diferentes», explicó. Sin embargo, en un comunicado oficial que acompañó el lanzamiento de ABBA Voyage, nuevo álbum con diez canciones, que será parte de la presentación de mayo próximo, la blonda declaró que «no tenía idea de qué esperar. Pero el estudio de grabación de Benny es un ambiente tan amigable y seguro, y antes de darme cuenta, ¡realmente me estaba divirtiendo!”.
Por Flavia Tomaello