UNA TRADICIÓN GIRA DE NUEVO

El histórico bar de la Ciudad vuelve a recibir a los vecinos luego de la puesta en valor de su fachada, cubierta y cúpula, obra que inició hace cuatro años. La Confitería del Molino fue inaugurada en 1917 y declarada Monumento Histórico 80 años después.


Las visitas son con entrada gratuita e inscripción previa y en recorridos de 40 minutos, durante los cuales se puede acceder a la planta baja, el primer piso, el subsuelo y la azotea se organizan en fechas precisas informadas por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de manera previa.

El Gobierno porteño, a través del Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana, se ocupó de la puesta en valor de la fachada, cubierta y cúpula. La primera se limpió mediante nebulización, un proceso que logra un lavado profundo sin dañar la estructura, además de la colocación de material similar al original para construir los dibujos de los balcones y la reposición del faltante. A su vez, se mejoró la iluminación exterior.
Para la cubierta, por su parte, más allá del trabajo de limpieza, se realizó la nivelación de los pisos, así como el recambio de baldosas, revoques y carpintería.
La restauración de la cúpula implicó la reposición de piezas cerámicas, ornamentaciones, carpintería y revoques. Asimismo, fueron colocados los leones alados, que no estaban cuando se inició la obra y se trabajó con fotos históricas –algunas provistas por vecinos de la zona- y tecnología de modelado 3D para su recuperación.
La ministra de Espacio Público e Higiene Urbana, Clara Muzzio, sostuvo: “la Confitería del Molino es uno de los tantos edificios históricos que tiene la Ciudad. Estuvimos trabajando conservando su imagen y espíritu original con el fin de destacar su valor patrimonial para que vecinos y vecinas puedan volver a disfrutarlo”.

Un giro con historia

La Confitería del Molino fue inaugurada en 1917 por Constatino Rossi y Cayetano Brenna, ambos reposteros italianos, y bautizada de esa manera porque enfrente, en la Plaza del Congreso, funcionó el primer molino harinero de Buenos Aires.
La construcción del edificio, de 5000 metros cuadrados y uno de los más altos de la Ciudad, fue hecha con todo el material importado de Italia y le fue encargada al arquitecto Francesco Gianotti, quien también estuvo a cargo de la Galería Güemes, en la calle Florida.
En 1930, durante la dictadura que derrocó al presidente Hipólito Irigoyen, la Confitería fue incendiada y reconstruida un año después. La muerte de Brenna, en 1938, significó el fin de la Belle Époque. Desde entonces, pasó por distintas manos hasta que se produjo su quiebra, en 1978.
Mediante un decreto, en 1997, cuando cerró sus puertas, fue declarada Monumento Histórico Nacional y, tres años más tarde, fue considerada Patrimonio Histórico del Art Nouveau y la vanguardia de la Belle Époque por la UNESCO.
En 2014, el Congreso Nacional sancionó la ley 27.009 y se procedió a la expropiación de la Confitería del Molino. Desde 2018, el órgano legislativo, así como el Gobierno nacional y la Ciudad de Buenos Aires, iniciaron la restauración del inmueble que este viernes reabre sus puertas.