Como una invitación a sumergirnos en la complejidad del universo afectivo, ahondando en la conexión entre el cuerpo, la mente, las emociones, el apego, el trauma, y el aporte de la reflexología holística al proceso de toma de conciencia y superación, llega el libro Emociones y Trauma de Ed. Albatros. Eleonora Biaiñ, entre otras cosas, counselor y reflexóloga holística; y Alicia López Blanco, psicóloga, y con posgrados en diferentes disciplinas, creadora del método que lleva su nombre, autora de libros, docente y palabra célebre en la disciplina, son coautoras que exploran cómo se relacionan los vínculos de apego con las emociones de un modo práctico y accesible.
Las emociones se han puesto de moda. ¿Qué conceptos equivocados ven en cómo las enfrentamos?
Eleonora: En los últimos tiempos hay como un redescubrimiento de la temática de las emociones y de la importancia de una educación emocional que nos permita aprender a reconocerlas y gestionarlas, y no podemos tener control sobre lo que desconocemos. Muchas veces las emociones están desvinculadas de la razón y la conducta simplemente porque algún grado de disociación nos impide entender el modo y la intensidad en que nos afectan algunas situaciones.
Le tenemos mucho miedo a las emociones negativas. La ira o el miedo no están bien vistos. ¿Qué hacemos con ellas?
Alicia: Desde nuestra mirada, no hay emociones negativas o positivas, todas nos han servido a los seres humanos para sobrevivir, y aún lo hacen. Resultan negativas si se convierten en una manera de estar en el mundo, por ejemplo, estar habitualmente enojado, alimentar nuestros pensamientos desde la negatividad, el rencor o el resentimiento. Si esta emoción nos habita de manera crónica puede llegar a convertirse en rasgo de personalidad. Personas quejosas, insatisfechas, que siembre miran el lado negativo de cualquier situación.
Eleonora: El enojo, con todas sus variaciones, tiene un lado necesario y positivo: nos impulsa a poner límites, a marcar el territorio y a hacernos respetar. Respecto del miedo, su función es ayudarnos a prevenir el peligro, ponernos en alerta y aprender a cuidarnos. Siempre que no nos paralice u obstruya nuestro accionar hacia metas, podemos considerarlo un aliado.
Los neurocientíficos indican que las emociones comienzan por sensaciones físicas. ¿Cuál es el lazo cuerpo-mente?
Alicia: Somos una unidad, un holos que integra cuerpo, mente, emociones, espíritu y relaciones ya que “somos” con relación a un contexto en el que se incluyen los otros y el ambiente en general. Al conformar un sistema integrado, todo lo que nos pasa en alguno de los planos mencionados afecta a la totalidad. Las neurociencias ponen el foco en el sistema nervioso, que es el responsable de que tengamos actividad psíquica y desarrollemos afectos. Cualquier estímulo que se dirija a nuestro campo de intereses va a provocar una respuesta emocional. Ésta se inicia en nuestro cerebro límbico, especialmente en una zona denominada amígdala. La respuesta se mueve en un circuito neuro-endócrino que va a repercutir en nuestra unidad cuerpo-mente.
Eleonora: Esto que explica Alicia es fácil de observar si prestamos atención en nuestra vida cotidiana y hacemos pausas para preguntarnos cómo nos sentimos en tal o cual ambiente o con respecto a tal o cual persona o situación. Muchas veces la razón nos dicta una conducta a seguir mientras nuestro cuerpo nos envía señales de incomodidad y localización. Si aprendemos a reconocer nuestras sensaciones, podremos empezar a sintonizar con nuestro campo emocional, que siempre se expresa en el cuerpo.
¿Qué herramientas tenemos para buscar el equilibrio?
Eleonora: En el libro proponemos varias, pero nos centramos más en los recursos que brinda la reflexología para el estímulo del nervio vago y el sistema nervioso en general. La reflexología estimula al sistema nervioso parasimpático para que genere un estado de calma y paz interior.
Su libro vincula a las emociones con el trauma, ¿por qué?
Alicia: Porque toda situación traumática genera una respuesta emocional y deja algún tipo de huella de mayor o menor intensidad, dependiendo de cada uno, de la sensibilidad, personalidad, historia y el tipo de apego que haya internalizado. En el libro relacionamos el trauma con la respuesta del sistema nervioso ante situaciones abrumadoras que hayan superado nuestra capacidad de afrontamiento. Estas suelen dejar consecuencias devastadoras para el aparato psíquico, el cual se defiende con un mecanismo de defensa: el de disociación.
Eleonora: Usualmente, los traumas que dejan una huella más firme son los que hemos padecido en la infancia, cuando no teníamos recursos para hacer frente a la amenaza. Nos disociamos para poder sobrevivir. Por eso, en la vida adulta, podemos realizar el trabajo de “religar” lo disociado para poder sanar.
Habitualmente consideramos trauma a situaciones muy serias de nuestra vida. ¿Es correcta esa mirada?
Alicia: Esa asociación es correcta y habitual, pero algo que para la mirada de una persona puede ser de poca trascendencia, para otra puede resultar traumática. Las generalizaciones no son siempre acertadas.
¿Qué papel juega la reflexología en este dúo: emociones-trauma?
Eleonora: Fundamentalmente su relación con el sistema nervioso, y el modo en el que esta terapia natural estimula el movimiento de energías alojadas en el cuerpo en forma de bloqueo. Ayuda a que emociones que forman corazas busquen un camino de salida y se expresen por lo que colabora con la coherencia entre el sentir, pensar y hacer de la persona.
Por Macarena Neptune