«La belleza perece en la vida pero es inmortal en el arte” sugería Leonardo Da Vinci. Y algo de eso existe en la producción del trío que integran Mariano Cohn y los hermanos Gastón y Andrés Duprat. Su obra parece haber tomado el guante del realismo italiano de un modo posmoderno. Aquellas piezas de directores como Roberto Rossellini, Vittorio De Sica, Luchino Visconti y Pietro Germi, quienes retrataron la Italia de la segunda mitad de los años cuarenta en films tan memorables como «Roma, ciudad abierta» (1945), «El ladrón de bicicletas» (1948) de De Sica y «La Terra Trema» (1948) de Visconti, hicieron del espacio urbano la pizarra donde bocetaron la trama de su crítica social. Con tremendo humor ácido e inmensas cuotas de vida cotidiana, “Bellas artes”, la última ficción del trío, se adentra en el quehacer del mundo de un museo contemporáneo que refleja en mucho los avatares -en ocasiones hilarantes- que entrelazan en día a día de sus salas, con el agregado casi exclusivo, de contar con la impagable experiencia del arquitecto, además de guionista, Andrés Duprat, en particular, quien oficia desde 2015, gracias a un llamado a concurso, como Director del Museo Nacional de Bellas Artes. Aquí una charla exclusiva con él, donde devela la aventura de darle vida a un espacio ficticio para la puesta.
El arte es una experiencia que los ha acompañado en sus producciones. ¿De dónde surge esa idea como recurso?
Como bien decís, las manifestaciones artísticas es un tema recurrente en nuestras producciones, digamos. Puede estar en primer plano, como en el caso de “Mi obra maestra» en la relación de este artista con su galerista, o en “El Ciudadano Ilustre», con este escritor premio Nobel que vuelve a su pueblo, o en otros planos, como en el resto de las películas y las series. Se lo ve en “Nada” y en El Encargado, y se lo ve en las otras películas, como «El Hombre de al Lado» o «Competencia Oficial». O sea, es un tema que a nosotros nos interesa particularmente. Y en el caso de la serie «Bellas Artes», lo que decidimos con Gastón y Mariano fue ir al hueso con ese tema, directamente apuntar hacia el universo de las artes visuales contemporáneas en el marco de una institución donde se conjugan varias acciones alrededor de ese mundo, desde la creación de los artistas hasta los trabajos de los técnicos y de los profesionales, restauradores, montajistas, entre otros, hasta el público, su reacción y su diversidad, y también la incidencia de la política en general o de las pautas culturales. Así que nos parecía que en la serie se podía retratar, tomando de marco un museo de arte contemporáneo, aspectos de la sociedad actual que se muestran de una manera muy cruda en el mundo del arte.
Como nunca antes, esta vez, el arte es el gran protagonista. Un desafío que en tu persona, cobra una doble lectura. ¿Qué circunstancias de la serie podrían ser un puente para identificarse entre los líderes del arte en Argentina?
Claramente, en la serie Bellas Artes hay dos pasiones. Una es la gestión cultural, de la cual tengo una dilatada trayectoria en distintos museos y centros de arte, de distintas escalas; con mi trabajo de guionista, de escritor cinematográfico. Esta serie está nutrida de muchas situaciones que o bien me pasaron a mí personalmente, en el ejercicio de la gestión de instituciones culturales, en tantos años, son más de 30 años en los que he dirigido el Centro de Arte de la Fundación Telefónica, el Museo de Arte Contemporáneo de Bahía Blanca, desde hace varios años el Museo Nacional de Bellas Artes, con experiencias, te decía, personales y otras que me fueron referidas, de colegas… Hay una comunidad de directores de museos que han vivido situaciones de las que he elegido algunas, las he ficcionalizado para darles gracia y he aplicado al universo específico de la serie.
¿Se te presentaron debates personales a la hora de colaborar en el desarrollo del proyecto?
No, porque el mundo del arte es un espacio muy sofisticado, que sabe reírse de sí mismo, es muy autocrítico, y admite los señalamientos, los embates. Creo que eso justamente es lo que a mí me atrae de este universo, que es un mundo menos regulado que otros espacios sociales que habitamos, otras profesiones, otras actividades, otros órdenes sociológicos a los cuales nos sometemos obedientemente. El mundo del arte mantiene una cuota de locura, de singularidad, de cosas no previstas, de asombro, de ir un poco fuera de las reglas, de correrte del espacio establecido, y ese ejercicio es muy interesante por el impacto que tiene en una persona, porque te hace reflexionar, repensar tus propios límites. Es verdad que también el mundo del arte muchas veces puede ser frívolo o festivo, estúpidamente festivo, pero a la vez es donde uno puede calar muy profundo la reflexión acerca de temas existenciales del ser humano. Muchas veces en el arte visual se plasman tragedias o visiones de una manera muy genial y contundente. Entonces, es un mundo que, y hablo también por Mariano Cohn y por mi hermano Gastón, que admiramos y que, como es inteligente, admite que uno pueda criticarlo o incluso reírse. Es un gesto que nosotros hacemos desde adentro, porque pertenecemos a ese mundo, no es que uno está señalando una situación en relación a algo que desconoce. Todo lo que sucede en la serie Bellas Artes es un compendio, con cierta gracia, de situaciones vividas. Y te aseguro que no es nada exagerado. Esas situaciones, que muchas veces son incómodamente graciosas, son situaciones que muy seguido se presentan en la vida real, en la dinámica de un museo, de una bienal, de una exposición de arte.
Eligieron un museo de arte contemporáneo, ¿por qué?
Porque se prestaba mucho mejor a las situaciones que queríamos plantear en la dramaturgia de la serie. Yo desde hace años dirijo un museo de bellas artes que se trata de un espacio más histórico, donde se muestra en general un arte más aceptado por la sociedad. En cambio, los de arte contemporáneo, los centros, las galerías vanguardistas, siempre juegan con un riesgo muy interesante en las nuevas producciones. No es un arte ya absolutamente aceptado, tocan temas candentes de la actualidad. con el riesgo que eso significa, porque siempre la distancia histórica en un museo de bellas artes, por ejemplo, cuando uno aborda un período, si bien puede iluminarlo con ideas nuevas, son tiempos ya pasados, no tiene tanto rebote en la sociedad contemporánea, en la realidad. En cambio, cuando uno trabaja con arte contemporáneo, muchas veces el artista, la obra o la exposición está poniendo el dedo en la llaga y puede generar incomodidad, confrontación, estupor, y eso me parece que es lo interesantísimo de las producciones de arte contemporáneo.
Para esta serie decidieron construir un espacio inexistente. ¿Por qué hacerlo y no utilizar algo previo?
Como vos ya sabés, para nosotros la arquitectura también tiene un rol muy importante en nuestras series. Queríamos mostrar la espectacularidad y la monumentalidad de los museos. No de uno en particular, sino genéricamente. Son las nuevas catedrales, donde el hombre entra a una arquitectura espectacular que te deja muy pequeño y que se transforma de alguna manera en un centro productor de sentido y de lo que está bien y de tendencia. Entonces, en esa búsqueda creamos a partir de dos locaciones distintas que ya conocíamos y en las cuales habíamos filmado cuando hicimos la película «Competencia Oficial” con Oscar Martínez justamente, Penélope Cruz y Antonio Banderas. Usamos cruzadas dos locaciones que nos permitían reunir las características que queríamos para la locación principal, que es este museo, que en la ficción se llama Museo Iberoamericano de Arte Moderno y que dirige el personaje de Oscar Martínez. En realidad, uno queda en Ávila, donde se hicieron muchas de las locaciones interiores de las salas, de exposición permanente, las salas de exposiciones temporarias, algunas circulaciones pertenecen a ese centro de exposiciones y están combinadas. con otro centro de convenciones donde puede haber automóviles o ferias. La parte que se ve sobre todo de afuera, del exterior del museo, es en otro centro de exposiciones que queda en el Escorial. Entonces, sobre todo la fisonomía que uno ve de afuera de este museo inventado, del MIDAM, es la del Escorial, y lo de adentro es lo de Ávila.
¿Podrías darme detalles arquitectónicos del espacio?
Tenía que cumplir ciertas características que tienen que ver con la monumentalidad y con la espectacularidad. Hoy los museos realmente se han transformado en centros de atracción turística, en sitios neurálgicos de las ciudades, desde el Guggenheim de Bilbao hasta el Reina Sofía y su ampliación hecha por Jean Nouvel en Madrid, hasta el Museo del Louvre en París, con la pirámide de Yom Impey, el arquitecto, la Tate Modern. También tiene que ver la espacialidad de estos museos, con el tipo de obra que se muestra. Con el advenimiento de las vanguardias, sobre todo en el siglo XX, aparecieron formatos muy diferentes, muchas veces enormes, las instalaciones que necesitan de un gran desarrollo espacial para ser contempladas y recorridas, el videoarte. Eso determina las características que un espacio expositivo debe tener para acogerlas como se debe. En ese sentido, nosotros en la serie produjimos un centenar de obras. que forman parte, o bien de la colección permanente del museo, o de las exposiciones temporarias. Muchas de esas obras son reproducciones de piezas de artistas muy conocidos como León Ferrari, Graciela Sacco, Mariana Bellotto, Marcelo Torretta, Alejandro Kuropatwa… Y muchas otras también las creamos junto con Gastón y Mariano y el equipo de arte de la serie para que estén presentes otras vertientes del arte moderno y contemporáneo que eran funcionales a la serie. Hay obras minimalistas, de arte pobre, cubistas, informalistas, geométricas, video performance, objetos, instalaciones, fotografías. Se ve realmente un panorama de lo que una persona puede encontrar hoy en un museo de arte contemporáneo.
Hay un detrás de escena que también se llena de sentido.
Exacto. También se muestran, además de los espacios expositivos, otros que en general están vedados al público habitual que va a un museo. Nos interesaba descorrer ese velo y mostrar un poco la cocina de lo que es un museo. Uno va allí cuando está abierto, todo iluminado, con el aire acondicionado, todo perfecto, es como una puesta para poder disfrutar de la exhibición de las obras. Siempre digo que los museos son como especies de transatlánticos, donde para que uno vea todo funcionando perfectamente hay muchísimo trabajo que se hace previamente y durante. Eso también está mostrado: las oficinas y su dinámica, áreas técnicas como el laboratorio, áreas accesorias como el auditorio, la tienda, el bar, las reservas donde están las obras de arte guardadas y distintos modos de trabajo, que eso sí es novedoso para quien no haya trabajado en un sitio como este.
¿Están trabajando en algo nuevo?
Ya está casi lista la segunda temporada de Bellas Artes, que tiene continuidad luego de esos primeros seis episodios y que mantiene el tono de lo que uno pudo ver en la primera temporada. El tema de la arquitectura y el arte no es un postulado a priori. Evidentemente es una preocupación nuestra o un interés que aparece de todos modos. Digamos, hagamos la película o serie que hagamos, eso surgirá y estará presente. Yo creo que, aunque quisiéramos, no podríamos ni siquiera escaparnos de ello.
Por Flavia Tomaello