Una zona de longevidad

A Giovanni desde pequeño le interesaba la ciencia. Hurgaba en la naturaleza, pero siempre terminaba cayendo en un recuento. Aunque se licenció en medicina y cirugía por la Facultad de Medicina y Cirugía de la Universidad de Sassari, la segunda ciudad más importante de Cerdeña, no tardó en especializarse en estadísticas de la salud, haciendo honor al amor por los números de su infancia. El hoy doctor Giovanni Mario Pes, a quien todos llaman Gianni, empezó a ser advertido a fines del siglo pasado sobre una alta concentración de hombres longevos cerca de su lugar de nacimiento. Una curiosidad no sólo llamativa por la edad cercana a la centuria, sino por que fueran ellos y no ellas los más propensos a la longevidad. Como hombre de números y ciencia, tomó un mapa de la zona y con un marcador azul comenzó a señalar con un pequeño punto a cada uno de los centenarios (o casi). El plano se llenaba. Convocó al belga Michel Poulain quien inicialmente laureado en astrofísica, terminó dedicándose a la demografía. Para cuando se encontraron, éste ya había presidido las entidades más importantes del mundo en migraciones, como la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Gianni se vio tentado por la experiencia de Michel en los estudios de los centenarios desde 1992. Para entonces el belga se dedicaba, entre otras cosas, a validar la edad de varios que pasaban el siglo de edad. Juntos analizaron el mapa de círculos azules de Pes. Para comienzos de este siglo presentaron la primera investigación científica, que se publicó en el Journal of Experimental Gerontology, sobre las que bautizaron como Zonas Azules, en honor al viejo marcador del italiano.

El objetivo de ese estudio fue comparar el nivel de longevidad de la población y las características de cuatro áreas geográficas donde se habían observado proporciones inusualmente altas de individuos longevos: Ogliastra en Cerdeña, Okinawa en Japón, la península de Nicoya en Costa Rica y la isla de Ikaria en Grecia. El término de zonas azules (blue zones, BZ) se comenzó a otorgar a estas regiones limitadas donde la población comparte un estilo de vida y un entorno común y cuya longevidad excepcional ha sido verificada con precisión. 

Su investigación analizó el uso de diferentes índices para medir la longevidad de una población. Como resultado preliminar Pes y Poulain confirmaron el nivel excepcional de longevidad masculina en la ZB de Cerdeña y de longevidad tanto masculina como femenina en Okinawa. Considerando posibles explicaciones, «observamos que las poblaciones se encuentran aisladas geográfica y/o históricamente (islas y regiones montañosas) -explica Pes-. Estas poblaciones lograron mantener un estilo de vida tradicional que implica una actividad física intensa que se extiende más allá de los 80 años, un nivel reducido de estrés y un apoyo familiar y comunitario intensivo a las personas mayores, así como el consumo de alimentos producidos localmente. Es probable que esto haya facilitado la acumulación de condiciones ideales capaces de limitar los factores que impactan negativamente en la salud en la mayoría de las poblaciones occidentales». Según su investigación, el notable buen estado de salud durante el envejecimiento de estos longevos podría ser el resultado de un delicado equilibrio entre los beneficios del estilo de vida tradicional y los de la modernidad, como la mayor riqueza y la mejor atención médica. «Todos estos factores podrían haber promovido un entorno ideal para el surgimiento de fenotipos de larga duración a nivel poblacional”, sentencia Pes.

Dan Buettner tiene hoy 63 años y serias posibilidades de tener una buena vejez. En la década del ´80 este norteamericano se destacó por obtener un par de récords Guinness en expediciones de ciclismo transcontinental. De hecho, en uno de ellos, recorrió 25.003 km y llegó a Ushuaia. Formado como periodista, intentó vincular ambos conocimientos. Primero desarrollando expediciones (intentó seguir los pasos de Darwin y de Marco Polo por el mundo) con fines educativos, para más tarde vincularse a National Geographic cuando se percató del atractivo general que despertaban sus acciones. Allí comenzó a interesarse por las BZ. Con el apoyo del Centro sobre el Envejecimiento de la Universidad de Minnesota, su estado natal, fue hilando contactos hasta llegar a Pes y Poulain. Asesorado por ellos, desarrolló un proyecto cuyo objetivo fue aplicar ingeniería inversa a una posible fórmula de longevidad. Su primer destino fue Okinawa, Japón, en 2000.

En muchos casos con los científicos de la mano, recorrió el mundo en busca de lugares donde la gente vive mucho más tiempo que el promedio. Hasta la fecha, las expediciones dieron también los casos de Cerdeña, Italia; Icaria, Grecia; Nicoya, Costa Rica; y Loma Linda, California, como zonas azules con las tasas más altas de centenarios vivos. 

Estos cinco lugares comparten algunos elementos similares, “se trata de nueve hábitos de estilo de vida específicos que llamamos Power 9 -relata en exclusiva Buettner-. Son una serie de principios que comparten: muévase naturalmente, tenga un propósito de vida, incorpore una técnica para deshacerse del estrés, la regla de comer hasta un 80% de la saciedad, desarrolle una preferencia dietaria hacia los cultivos, tome una copa de vino diaria, pertenezca a una comunidad que se reúna con regularidad, priorice la cercanía de la familia e intégrese a un grupo de amigos con principios de longevidad, los malos hábitos se contagian». 

Los científicos concuerdan en que para llegar hasta los 100 años la genética es clave, sin embargo, la experiencia en estos sitios confirma que la mayoría de las personas tienen la capacidad de sobrevivir hasta bien entrados los 90 años y en gran medida sin enfermedades crónicas, o bien, al menos, sumar una década de vida saludable.

Pintar una zona azul en casa

Luego de cientos de artículos revelando los secretos de los destinos tradicionales, Buettner se encaminó hacia una docuserie que puede verse en Netflix. “Vivir hasta los 100: los secretos de las zonas azules” recorre las 5 regiones y permite encontrarse en directo con historias personales.

Los hábitos que ayudan a la longevidad en las BZ son orgánicos. Se practican de forma natural en las comunidades desde siempre. Pero a las sociedades más urbanas les cuesta volver a ellos. «Es extraño porque retornar a ellos no es caro -explica Buettner-. La mayoría de estas personas no son ricas, de hecho, sobre todo su dieta es la de los campesinos (porotos, cereales integrales, verdes y frutos secos). En cambio, nosotros hemos diseñado nuestros hogares  para que sean cómodos, especialmente en Occidente. Las ciudades están preparadas para los automóviles, en cuyo caso cada viaje a la tienda supone un viaje en coche en lugar de una caminata, hay comida rápida en cada esquina, marketing sobre bebidas azucaradas que está en todas partes, puedes presionar un botón para abrir tu garaje, lavar la ropa, pedir comida, etc. La gente trabaja más horas en un escritorio y se toma menos vacaciones, se apresura a casa desde el trabajo y mira televisión. Necesitamos configurar conscientemente nuestro entorno donde la elección saludable sea la más fácil y, a menudo, inevitable. Esto hará que las decisiones sean inconscientes y la salud y el bienestar pueden surgir en lugar de perderse».

¿Será que para vivir mejor y más tiempo hay que emigrar de las ciudades? “No -sostiene Buettner-, vivir en una urbe puede facilitar las cosas en muchos aspectos. Por ejemplo, es una gran ventaja si vives en un área donde puedes caminar, andar en bicicleta o tomar el transporte público para ir al trabajo. Los usuarios activos del transporte tienen un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares y cáncer en comparación con los que viajan en automóvil, explican los científicos. A menudo, las personas que viven en las ciudades también pueden caminar para hacer sus recados o compras, reunirse con amigos, etc. Las ciudades suelen tener acceso a productos frescos si sabes dónde buscar. Se trata de preparar tu entorno inmediato para que acompañe tu salud.

La conclusión más importante que surgió de la investigación de Buettner y de los científicos Pes y Poulain fue que las personas en las BZ vivían en entornos que los impulsaban todos los días a moverse, conectarse con amigos y vecinos, comer alimentos saludables y nutrir su fe y su propósito. «Con eso en mente -me dice-, sus lectores no deben confiar en la pura fuerza de voluntad para realizar este cambio saludable, sino que deben realizar numerosas modificaciones pequeñas en su rutina diaria y en su entorno para garantizar la salud en lugar de ser examinada detenidamente”. Le pido recetas y me indica: “primero, rodéate de otros amigos saludables con ideas afines que consuman alimentos de origen vegetal, cuya idea de recreación sea andar en bicicleta, jugar tenis o hacer jardinería y que te desafíen a mantener tu mente ocupada. Si tus tres mejores amigos son obesos, hay un 150% más de posibilidades de que tengas sobrepeso. Entonces, sal con personas que tengan la salud a la que aspiras. Empiece a moverse con naturalidad: suba y baje escaleras varias veces para lavar la ropa, tenga reuniones para caminar en el trabajo, en el jardín y deshágase del estrés haciendo lo que le gusta, guarde sus bocadillos fuera de la vista y ponga un plato de fruta en la cocina. A medida que continúe realizando estos pequeños cambios con el tiempo, creará un entorno que tal vez lo encuentre en nuestra próxima BZ”.

Por Flavia Tomaello