Picasso hasta la muerte

El 7 de abril había cenado con amigos en su comedor. Pablo acababa de terminar una tarea que había comenzado el 25 de marzo anterior. Había estado trabajando en el ensamblaje de 201 de sus obras para exhibirlas en el Festival de las Artes de Avignon, que se inauguraría en esa ciudad el 23 de mayo en el Palais des Papes. En este grupo de obras había incluido su producción desde octubre de 1970 hasta finales de 1972.

Antes de irse a dormir, el mismo 7 por la noche, empezó a no sentirse bien. Para la mañana siguiente Pablo había empeorado. Jacqueline llamó al doctor Jean-Claude Rance, un médico local que cuando arribó a la mansión confirmó la muerte de Pablo a causa de un edema pulmonar.

El medio siglo desde la muerte de Picasso será el gran evento del arte de este año. El 2023 será llamado “El año de Picasso”. Desde el Museo del Prado hasta el Centro Pompidou, desde el Guggenheim de Bilbao al Met de Nueva York, habrá 42 exposiciones en todo el mundo.

La celebración ha implicado una tarea bilateral entre los ministros de cultura de Francia y España quienes por más de 18 meses han estado trabajando conjuntamente para organizar las celebraciones a nivel mundial. La actividad “involucrará a 38 instituciones de arte muy importantes en Europa y Estados Unidos -afirmó en conferencia de prensa el ministro de Cultura español, Miquel Iceta, al momento de la presentación global del programa-. Nuestro objetivo, al final, es reivindicar el legado artístico de Picasso y la vigencia de su obra. Si hay un artista que define el siglo XX, quién lo representa con toda su crueldad, violencia, pasión, excesos y contradicciones, este es, sin duda, Pablo Picasso. También nos permitirá enfrentarlo desde una perspectiva contemporánea, ayudándonos a entender con ojos de hoy a un artista que sigue vivo 50 años después de su muerte”.

En la misma ocasión la ministra de cultura francesa, Rima Abdul Malak, expresó: “el objetivo es mostrar todas las facetas de Picasso, el artista moderno más famoso y emblemático”. Malak hizo especial referencia al deseo de acercar su legado a los más jóvenes. “Son muchos los debates en torno a la recepción de la obra de Picasso, en particular desde su relación con las mujeres. Para conducir a las generaciones más jóvenes hacia su arte, debemos darles las claves para entender su obra, su vida y abrir espacios de intercambio para abarcar su obra como un todo y mostrar todas las facetas, todas las lecturas posibles de su obra”, indicó.

El evento internacional estará organizado por figuras que integran una comisión francoespañola, entre las figuras se destacan Cécile Debray, presidenta del Musée Picasso Paris; Bernard Ruiz-Picasso, nieto del artista y esposo de la también galerista Almine Rech.

La primera acción del catálogo de exhibiciones ha sido responsabilidad del museo Thyssen-Bornemisza. Hasta el 15 de enero presentó ‘Picasso/Chanel’, un viaje a una centuria antes, momento en que ambos se conocieron.

Se supone que Pablo Picasso y Gabrielle Chanel se conocieron en la primavera de 1917, posiblemente a través del escritor Jean Cocteau o gracias a la intervención de María Zofía Olga Zenadja Godebska, conocida como Misia Sert. Esta pianista de origen polaco fue una usina cultural en París. Toulouse-Lautrec utilizó su imagen para muchos de sus carteles publicitarios. A Marcel Proust lo inspiró para algunos de los personajes de su obra “En busca del tiempo perdido”. Tanto Cocteau como Sert eran grandes amigos de Chanel. Coco estuvo muy relacionada con el mundo artístico e intelectual del París de la época: asistía con frecuencia al salón de la pianista que reunía la bohemia parisina del momento. 

Ya reunidos, la diseñadora y el pintor, colaboraron de la mano de Cocteau en la puesta de su versión de Antígona (1922). Juntos dieron vida a una obra contemporánea que, por primera vez, bajaba al hombre común la tragedia clásica con indumentaria y escenografía que hacía sentir al espectador parte de la obra.

La noche del estreno detectó una falla en la capa de Antígona. Con indignación y seguridad tiró de un hilo que arrasó con la prenda. Ante el llanto de la modista que la había confeccionado, se quitó su propia capa y la volcó sobre los hombros de la actriz. Cuando ésta salió a escena, arrasaron los aplausos, confirmando la idea que Chanel le había dado a Cocteau: no hacen falta disfraces para un texto como ese.

Picasso estuvo a cargo de la escenografía, una especie de pesebre de Navidad de cartón de ultramar. Alrededor del coro siembra el espacio con una serie de máscaras hechas con sus propias manos.

Esa primera alianza sella a fuego la amistad. No sólo del grupo completo, sino que introduce a Coco en el entorno artístico de Pablo. Este puente serviría para volverlos a reunir artísticamente una vez más. Sería en el ballet ruso de Serguéi Diághilev, Le Train Bleu en 1924.

El encuentro con Diághilev se produciría ocho años antes, cuando convence a Picasso para que diseñe los decorados, el vestuario y el telón del ballet Parade. Lo mudan a Roma para que empiece a trabajar. Picasso viaja con Cocteau, se instala en el Grand Hotel de Russie, recibe a Ígor Stravinski, y, conoce a Olga Jojlova, una bailarina rusa a la que convertiría en su esposa. Los vínculos cruzados permitirían que Coco y Pablo volvieran a compartir tareas en el siguiente ballet. 

El pintor y la modista

Carlos Alberdi, uno de los comisionados para la conmemoración del 50° aniversario de la muerte de Picasso, definió a Pablo en ocasión de la inauguración de esta primera muestra, como un «científico del arte que experimentaba con sus hallazgos y, en paralelo, Chanel diseñaba trajes que liberaban a la mujer. Ambos nos recuerdan que estamos al principio de la civilización moderna y que hemos de seguir construyéndola». Cécile Debray, directora del Museo Nacional Picasso de París apuntó sobre la diseñadora que «desacralizó para darle a la ropa un estilo más obrero, más cercano al pueblo».

Por su parte, Hélène Fulgence, directora de Patrimonio de Chanel, subrayó la «revolución estética» que habían emprendido ambos artistas, que liberaron las formas de la pintura y de la moda; así «ambos pueden destruir para construir mejores cosas, más modernas y duraderas”. 

Paula Luengo es la conservadora encargada de la muestra que, pandemia por medio, tardó cuatro años en materializarse. «Dos capítulos de la exposición -cuenta- están dedicados a estos dos proyectos teatrales, a los que se suma un primer apartado que muestra la influencia del cubismo en los diseños tempranos de Chanel y otro dedicado a la primera mujer de Picasso, la bailarina rusa Olga Khokhlova, devota clienta de la diseñadora”. Para quien creó vestidos de diario y de alta costura de noche. Según Cocteau el vestido de novia de Olga era «muy Biarritz: satén, tricot y tul blancos». «De ahí que pensemos que el vestido lo diseñó Chanel y que acudió al enlace y al almuerzo posterior -relata Luengo-. Además, fue Misia Sert quien organizó la boda».

El museo propuso una exposición que explora la relación de estos dos grandes genios creadores del siglo XX, volviendo a reunir arte y moda en un nuevo proyecto expositivo. La muestra se organiza en cuatro grandes secciones que se suceden en orden cronológico y abarcan, aproximadamente, de 1910 a 1930. «El estilo Chanel y el cubismo presenta la influencia de este movimiento en las creaciones de Chanel ya desde sus primeros e innovadores diseños -sigue Luengo-: el lenguaje formal geometrizado, la reducción cromática o la poética cubista del collage se traducen en trajes de líneas rectas y angulosas, en su predilección por los colores blanco, negro y beige, y en la utilización de tejidos humildes y con texturas austeras”.

¿Qué influencias cubistas se vislumbran en el estilo Chanel? Para Luengo la respuesta puede desglosarse en varios aspectos. «En primer lugar, el lenguaje formal geometrizado, de líneas rectas y angulosas de las pinturas y esculturas cubistas se refleja ya en los primeros e innovadores diseños de Chanel, cuya fama despunta con el estallido de la primera guerra mundial. En segundo lugar, la tendencia a la reducción cromática es común a ambos creadores. En el periodo del cubismo analítico entre 1908 y 1911, se tiende a la monocromía”. 

Chanel por su parte manifiesta una predilección especial por el blanco, el negro y el beige: “el negro lo estructuraba todo -declara-. El blanco también. Son de una belleza absoluta. Es la armonía perfecta”.
«En tercer lugar -sigue Luengo-, la poética cubista del collage introduce en la obra de arte todo un repertorio de materiales pobres y de texturas bastas, ásperas, o austeras, como las arpilleras. Análogamente, la modista utiliza de manera original tejidos humildes y sencillos como el punto de lana y el algodón y posteriormente el tweed». El genio de Chanel radica, en palabras del escritor Maurice Sachs, en que inventa “lo barato-costoso, la miseria rica, la pobreza encantadora”. Paul Poiret lo llamó “miserabilismo del lujo”.

Un Picasso que comienza

Esta exhibición ha precalentado motores para lo que se viene. El homenaje tendrá la gran frutilla del pastel en un coloquio internacional que coincidirá con la apertura del Centro de Estudios Picasso de París. Además de los países organizadores, Estados Unidos, Alemania, Suiza, el Principado de Mónaco, Rumanía y Bélgica tendrán sus propias exhibiciones. 

España contará con 17 exhibiciones esta temporada. Una ruta completa para seguir al artista. En el Museo Picasso de Barcelona “Daniel-Henry Kahnweiler. Marchante y editor”, poniendo de relieve el valor que este galerista tuvo para el artista y que puede verse hasta marzo. Por su parte, Madrid se pone a tono apenas cerrada la primera muestra del Thyssen. El Museo del Prado inaugurará “Picasso – El Greco”, que trabajará la inspiración que halló el primero en el segundo y que podrá verse hasta septiembre. A pasitos, el Museo Reina Sofía está trabajando en “Picasso 1906: la gran transformación”, centrada en su aporte al arte moderno. Se verá de noviembre de este año a marzo de 2024. 

El Museo Guggenheim de Bilbao lanza en septiembre “Picasso: Materia y cuerpo”, pletórico de esculturas. Gran parte de este trabajo estuvo a cargo de Marc Lebouc, curador y especialista en Picasso, director de la Galerie de l’Institut de París, quien tuvo a cargo el relevamiento completo de este tipo de obras para los herederos del artista. “Se trata de una herencia particularmente misteriosa -indica en diálogo telefónico con la nación revista-. Estuvo oculta hasta 1966, cuando se expuso, en parte, por primera vez. Pero, además de que logramos adentrarnos en uno de los secretos más profundos de su valor artístico, esta exhibición tiene un cariz particular: todas las obras que se expondrán tenían destino personal. No habían sido hechas para exhibir o vender. Provienen de la vida íntima y cotidiana del artista”.

En el Museo Picasso de Málaga se inaugurará en octubre “El eco de Picasso”, una retrospectiva del legado influenciador en el arte.

En el Museo de Belas Artes da Coruña, donde inició el artista su formación académica, se verá “Picasso blanco en el recuerdo azul”, un recorrido en capítulos por 10 etapas de su arte. Barcelona lanza una muestra colaborativa que estará disponible hasta febrero del 2024 en dos sitios: en el Museo Picasso y en la Fundación Joan Miró, “Miró-Picasso” y “Miró-Picasso (II)”, respectivamente.

Olivier Widmaier Picasso (1961), hijo de Maya –hija del artista con su amante y musa Marie-Thérèse Walter– es hoy empresario y productor de televisión. Su madre fue, quizás, la hija que más tiempo pasó con él en su infancia.

“Guardo mucho de recuerdos cotidianos que me ha relatado mi madre (quien vive aún y tiene 87 años) y revalorizó su obra tardía que es uno de los aspectos que se pondrán de manifiesto en esta temporada de múltiples expresiones artísticas”, explica en diálogo exclusivo con la nación revista. Este nieto en particular se muestra interesado en convocar a los visitantes a las exhibiciones de la Fundación Beyeler en Basilea y de La Casa Encendida en Madrid que pondrán de manifiesto sus vinculaciones con el neoexpresionismo. En el blog de la casa de subastas Sotherby´s ofreció tal vez la mejor definición del balance de la temporada que llega: «Pablo era español: pero Picasso, francés. Y luego, más que eso: un artista del mundo”.

Por Flavia Tomaello