La moda del avión privado

Comodidad. Si de algo se queja el viajero, sobre todo el que más invierte, más pasea y más exige, es confortabilidad. Caber en tu sitio, que todo salga a horario, que lleguen las maletas, que todas las prestaciones de tu asiento funcionen, que no se haya sobrevendido tu butaca… son apenas algunos de los pormenores a los que se enfrentan los pasajeros.

La globalización del turismo gracias a la multiplicación de rutas y la aparición de las low cost enturbiaron aún más las buenas decisiones a la hora de generar experiencia al volar.

Sin embargo, las cosas parecen estar cambiando gracias al “recalcular” que produjo la pandemia. La opción de borrarlo todo y componer los errores desde el comienzo ha abierto los cielos de un modo inesperado. Las grandes compañías aéreas generan confort entre sus pasajeros: Turkish, por ejemplo, diseñó uno de sus Airbus A330 inspirado en la UEFA Champions League que se estrenó en un vuelo Estambul a París durante el primer día del año, Iberia se lanza a crecer fuerte en la región estrenando en un vuelo a Argentina el primer Airbus A350 Next que renueva los estándar del fabricante. Es el primero equipado con cabinas más anchas en todas las categorías y una lista de beneficios que intentan transformar la experiencia del cliente.

Estos esfuerzos de las líneas aéreas expresan el humor de los pasajeros que empezaron a elegir otro modo de volar. Un termómetro de esta variable lo brindó el Aeropuerto Internacional Laguna del Sauce de Punta del Este en Uruguay que informó este comienzo que más del 20% de los pasajeros que llegan a esa ciudad lo hacen a través de aviación privada, ya sea por taxis aéreos y por aviones propios. Las cifras indican que en una década se duplicó el uso de este tipo de servicios. El 70% de los pasajeros que arriban a Punta del Este por vuelos no comerciales son argentinos, el 22% brasileños, el 5% paraguayos y el resto lo componen chilenos, norteamericanos y europeos. Tania Popovic, socia de Madre Travel, consultora especializada en el arte de viajar, relata que «a raíz de la apertura del nuevo aeropuerto internacional de Carmelo, Uruguay, que por el momento solo recibe vuelos charters, emprendimientos de la zona, como Casa Chic, por ejemplo, un espacio rural costero, han comenzado a gestionar acciones que permitan llevar pasajeros de este modo, una alternativa que empieza a ser elegida por la flexibilidad que implica a la hora de elegir tu viaje”. De hecho, según refiere, el promedio de precios para este recorrido parten de los 2150 dólares por tramo San Fernando-Carmelo para 4 personas, mientras un vuelo de Aerolíneas Argentinas a Punta del Este sale para la misma cantidad de pasajeros un promedio de 800 dólares.

Sin embargo, este parámetro aún puede crecer. Según Angel Rivero, el gerente del aeropuerto Laguna del Sauce, “antes de la pandemia recibíamos en temporada un promedio de 200.000 pasajeros. Para el verano 2021/22 tuvimos algo más de la mitad. Para esta temporada esperamos recibir una media de 125.000. Un valor que aún está lejos de aquél pre COVID”. Esta caída se corresponde esencialmente a la disminución en las frecuencias de vuelos, una variable que los charters intentan equilibrar.

Según datos de Flapper, empresa de renta de aviones privados bajo demanda que desembarcó en Argentina recientemente, pero que cuenta con oficinas en Estados Unidos, Portugal y Emiratos Árabes, en diciembre pasado el movimiento de aeronaves privadas entre Buenos Aires y Uruguay creció un 66% con respecto al mismo mes de 2019 (pre pandemia). Desde el Aeropuerto Internacional de San Fernando (el spot ejecutivo por excelente y desde donde opera la compañía) se incrementó en un 75%. De hecho, durante diciembre se registraron 1.600 vuelos privados a Uruguay y el 85% tuvo como origen o destino ese aeropuerto.

Este boom ha llegado precedido de la experiencia que ofreció la pandemia. Muchas familias tenían integrantes varados, o debían retomar acciones laborales antes que las rutas comerciales volvieran a su funcionamiento habitual. Los charters se volvieron una necesidad. Quienes se habían visto obligados a utilizar este servicio, pasadas las olas de COVID, continuaron siendo clientes, sobre todo para tramos cortos, donde el costo de las aerolíneas es alto.

Un informe publicado por Private Jet Card Comparison, una especie de Airbnb de charters, reveló que si bien se percibe un impulso en la actividad de vuelos de jets privados, aún está un 2% por detrás de las cifras récord de 2021. Los datos de la entidad indican que la actividad global de jets privados aumentó un 13% semana a semana con 64.580 vuelos en los últimos 7 días del año, pero aún estuvo un 2% por debajo de 2021. Durante el último mes, hubo 260.958 vuelos de aviones privados en todo el mundo, un 3% menos que en 2021.

Charter de bautismo

Más allá de lo que indican las cifras en cuanto a las frecuencias, este modo de vuelo ya común entre empresarios y celebrities, se convirtió primero en una manera de darse “un gustito” y, más tarde, en una elección consciente de un segmento de clientes más amplio que comenzó a valorar otros atributos como la flexibilidad, las prestaciones, la disponibilidad horaria y el ahorro de tiempo. Los datos de Flapper indican que el 30% de sus pasajeros nunca antes habían volado de modo privado”.
Perla Fagundez, CEO y fundadora de Aerowise que no sólo ofrece charters, sino que ayuda a los propietarios de aviones a la operatoria de su nave, asegura que “aunque Punta del Este ha sido récord, Montevideo ha ganado protagonismo, Pero existen otros destinos que empiezan a despuntar como San Pablo y Santiago de Chile. También se vuela mucho dentro de Argentina, dada la falta de conectividad, operamos un Cessna Grand Caravan y con él llevamos pasajeros directo a sus estancias, por ejemplo». 

Aunque aún no se encuentra reglamentado la compra de un asiento en un charter, sobre todo para ir a Uruguay comienza a verse la práctica de ponerse de acuerdo entre varios para pagar un servicio privado entre varios.

El despliegue de esta industria ha implicado, además de la frecuencia de uso, el interés por adquirir aviones propios. De hecho, Honeywell International, una de las empresas norteamericanas fabricante de estas aeronaves, en su último informe anunció que para la próxima década estima una producción de 7.400 nuevas unidades, lo que implica un valor comercial de $238 mil millones de dólares.

«Elegir un vuelo charter significa volar como más te gusta a donde quieras -explica Fagundez, quien con su empresa traslada a la selección uruguaya, a varios unicornios de la región, y a algunos de los ganadores del último Mundial-. Todo se piensa por y para el pasajero, desde la comida a bordo, los horarios, el tipo de aeronave, el entretenimiento, los arreglos florales, los aromas… La experiencia a bordo de un jet es única, estás en control de tus tiempos, tu conveniencia, sos más productivo y volás más cómodo. Volando de modo privado el tiempo en el aeropuerto se limita a treinta minutos, en algunos casos, a tan sólo veinte». Además, no sufre cancelaciones, salvo por cuestiones climáticas.

Para los clientes que aún husmean posibilidades, siempre una de las claves es la seguridad. Sobre este punto Fagundez asegura que «pesa el aporte del broker profesional que ayuda al pasajero a elegir bien en qué aeronave volar. La seguridad operacional es lo más importante a la hora de elegir con quién volar. En lo personal, soy muy meticulosa. Los pilotos deben tener entrenamiento recurrente, cumplir con descanso adecuado. Las aeronaves deben estar bien mantenidas y sólo se deben alquilar aviones con certificado de taxi aéreo (CESA en Argentina o AOC en el exterior)”.

Por Macarena Neptune