La sensación de estar en casa

El Borough Market, desde el año 1000 afincado en el mismo sitio que hoy, a pasos del Puente de Londres, es el corazón gastronómico de la ciudad. Allí no más el Globe Theatre, donde se supone que se estrenaron las obras de Shakespeare. Destilerías, la Tate, los bares y las calles intrincadas que bordean el Támesis, todo bajo la sombra de la punta de lápiz que Renzo Piano diseñó para la ciudad con su The Shard. El mismo sitio desde el que proliferó la tendencia de las colmenas urbanas de Londres. “Es aquí donde se esconde la esencia de la ciudad”, cuenta Ilse Crawford, la llamada “primera dama” del diseño de interiores y considerada la madre del interiorismo del bienestar. Junto a su esposo colombiano, Oscar Peña Angarita, visitaron Buenos Aires invitados por DArA para el 8vo Congreso de interiorismo y diseño. Ambos integran el StudioIlse. 

En los alrededores del Borough, en Bermondsey, allí donde se esparce el Londres histórico real con el perfecto ensamble de la vanguardia, es que Ilse y Oscar viven en un pequeño departamento de 110 metros cuadrados un antiguo edificio de ladrillos reacondicionado como vivienda, luego de haber funcionado como fábrica en el pasado. Cuando se le consulta sobre el estilo del sitio que habita, y que ella traslada a su hacer profesional, asegura que «es funcional para lo que necesitamos. El diseño de nuestro hogar es eco de nuestras vidas”. Buscaron la flexibilidad suficiente para recibir a los muchos colombianos amigos de su esposo, las múltiples reuniones cotidianas de trabajo, las demandas de la diversidad de proyectos que los entusiasman y “la infaltable clase de yoga de las 5 p.m.”. 

Ilse es diseñadora, académica y directora creativa «con la simple misión de poner las necesidades humanas en el centro de su trabajo”, afirma. Se crió en el ideal danés del hogar cálido y moderno. Para Ilse fueron los escandinavos los diseñadores que se acercaron antes que el resto a los muebles modernos en el uso de materiales naturales, reemplazando el metal por la madera. «Los escandinavos -destaca-, particularmente Alvar Aalto, desaprobaron lo que llamaron el toque inhumano del acero frío». 

Su escalada ha sido maratónica, basada, sobre todo, en un concepto real. Apenas con 27 años se convirtió en editora de Elle Decoration en el Reino Unido. Una década años más tarde, radicada en Nueva York, se convirtió en vicepresidenta de Donna Karan Home, uno de los sitios en que profundizó su concepto y fundó su filosofía. La estilista leyó su libro «The Sensual Home” (El hogar sensual), pensado para exaltar los sentidos con una atmósfera agradable a la vista, de olor dulce, aireada y espaciosa, pero al mismo tiempo cálida y reconfortante, relajante y energizante. En esas páginas se sintió representada. llse se encargó de traducir la visión de Karan para lanzar su división de estilo de vida.

-¿Cómo fue el salto del periodismo al diseño?
Gracias a personas como ella que vieron posibilidades en mí. El saber periodístico me aportó muchos conocimientos interesantes para trabajar en los proyectos de interiorismo. Había que reunir y estudiar gran cantidad de información para tomar decisiones adecuadas, ser capaz de hacer un buen análisis de todos los frentes en conflicto y poder transformar ese contenido en una narrativa entendible para el cliente.

Para 2001 fundó Studioilse con sede en Londres, un estudio de diseño multiproducto, desde él da vida a su filosofía: «crear ambientes donde los humanos se sientan cómodos; espacios públicos donde las personas se sientan como en casa y hogares que tengan sentido para quienes viven en ellos”, sostiene. Esto significa «diseñar muebles y productos que apoyen y mejoren el comportamiento humano en la vida cotidiana y seleccionar materiales que causen el menor daño a las personas (fabricantes y usuarios) y a nuestro planeta. También significa restaurar el equilibrio humano en marcas y negocios que han perdido el rumbo”, según dice. Entre sus obras se destacan la Soho House New York y el hotel Ett Hem en Estocolmo, realiza contínuas colaboraciones con marcas del mercado como Zanat, Georg Jensen y Engblad & Co. Lanzó su propia línea de alfombras junto a la marca sueca Kasthall. Ha desarrollado diseños habitacionales en sitios tan dispares como Canadá, Suecia y Rusia. 

También es fundadora, y actual jefa, del departamento de Hombre y Bienestar en la Academia de Diseño de Eindhoven, al sur de Holanda, considerada como centro de innovación, investigación y diseño. “Allí intentamos nutrir a una nueva generación de estudiantes para que siempre se pregunten por qué y cómo su trabajo mejora la realidad de la vida”, sostiene.

Su camino ha requerido despejar mucho contenido. «La mayor parte de la arquitectura contemporánea -afirmó- se basa demasiado en la imagen: demasiado perfecto, demasiado elegante, demasiado terminado, demasiado abrumador, sin un lugar para la vida real y la personalidad de quienes habitan ese diseño. Los espacios parecen sin vida, sin destino, un montaje. Fraudulento incluso antes de haber sido habitados”.

La piel que habito

Hija de un economista, y columnista de finanzas, de él heredó el afán por cuestionar. De su madre tomó la creatividad. Además de ser un espíritu libre, instaba a sus hijos a hacer, intentar, crear. Para ella fue una combinación muy estimulante. Su hogar estaba armado de acuerdo a las necesidades de su propia familia, gracias a la creatividad de su madre y la practicidad de su padre. Viene de una familia numerosa que no tenía mucho dinero, pero que había conseguido dotar a los suyos del suficiente espacio para expresarse. Cuando recuerda esos tiempos, pone en ellos el punto de partida de pensamiento sobre cómo crear interiorismo. «Siempre me interesó la forma en que los interiores influían en el comportamiento de las personas y me di cuenta de eso analizando cómo se comportaban las personas en nuestra casa frente a los demás».

“Los interiores son, en última instancia, el lugar donde vivimos -sigue-. Esos espacios son mucho más que muebles elegidos por su excentricidad y amontonados en los espacios. Se trata de cómo vivimos como seres humanos, de qué nos pasa cuando interactuamos con los sitios que habitamos. Esos ámbitos son donde se desarrolla nuestra existencia”.

El gran cambio que intenta promover Ilse desde su mirada es la de reubicar al ser humano como punto de partida de cualquier diseño. En lugar de que sea el creador o el arquitecto, se trata de cómo hacer que los edificios sean más habitables. Pero no se centra en el confort desde un punto de vista tradicional, sino del ser humano como ser físico moviéndose dentro del espacio. «Somos seres físicos y las propiedades son un esquema en el que se desarrolla nuestra vida. Esa es la forma en que interactuamos con ellos. No es una actividad intelectual, es corporal”.

-Cuando hablamos de bienestar, pensamos en velas, spas, superficies confortables… ¿Qué significa realmente este concepto en el diseño?

-Se trata de un enfoque holístico integrado del diseño que crea espacios que nos permiten funcionar bien, psicológica, física, emocional y socialmente, respetando nuestro impacto en el entorno natural. Las elecciones que hacemos conforman el sistema. En la práctica se trata de priorizar los espacios saludables, el aire, la luz, el agua, los materiales, antes de abordar el aspecto de las cosas. Antes del diseño, hay empatía.

El diseño es mucho más que algo bonito para Ilse. Si es bello pero no humano, pierde su condición. Sus proyectos involucran a la gente de un modo determinante. Por ejemplo, en Londres se embarcó en el desafío de dar vida al interiorismo de un centro familiar de salud mental. No se quedó en las conversaciones de sus contratantes o de los médicos y sus necesidades. Se involucró en investigaciones que intentaron responder si era apropiado inclinarse por colores brillantes, alegres y optimistas, algo que en su equipo de trabajo se presupuso como alentador y como un espaldarazo de buena fortuna para los que circularán el lugar. Sin embargo, al tomar contacto con las familias que se apropiarán del sitio para su comunidad, se toparon con que ellas quieren una puesta más sólida, familiar y atemporal, con proyección en el tiempo. Volvieron atrás sus pasos y recalcularon. La planificación se inclinó por un espacio cálido, reconfortante, seguro, sereno y acogedor.

-Ha dicho que “un proyecto tiene que dejar espacio a los hábitos y al cambio”, ¿podría ampliar esa idea?

Dos puntos muy diferentes. Para nosotros, aprender cuáles son los ritmos y rituales personales de nuestros clientes nos ayuda a diseñar espacios que realmente se ajusten a ellos. Esto es particularmente cierto con los proyectos residenciales. Pero incluso trabajando ideas comerciales, es interesante comprender cuáles son los momentos clave que podemos elevar con el diseño. Respecto a la segunda condición, el cambio, el diseño debe permitir suficiente flexibilidad para que los espacios evolucionen. La adaptabilidad es parte de la longevidad.

Para llse no existe “un hogar”, sino más bien el sentido de “estar en casa”. Esa es la métrica que toma su pulso cuando elabora un proyecto. “Esa sensación implica rituales cotidianos, percepción de seguridad, inclusión de necesidades prácticas… Partimos de la idea de la experiencia individual. Cuando el interiorista se incorpora al final del proceso solo pueden afectar la superficie. No se puede limitar la consideración del aspecto humano a la última etapa de un proyecto. No hay nadie igual a otro. Hay que acercarse a las personas y conocerlas. Cuando ves el interior de su casa descubrís cosas sorprendentes que no están en la superficie ni en el discurso trivial”.

Por Flavia Tomaello