ALIMENTAR EL CUERPO Y EL ALMA

“Si alguien Me ofrece con amor y devoción una hoja, una flor, una fruta o agua, Yo la aceptaré”.

Así dice el verso 9.26 del Bhagavad-gita, el libro sagrado hinduista, considerado uno de los textos religiosos más importantes del mundo. 

Daksha vive esas palabras todos los días: “Siendo Dios, Krishna no necesita ni la hoja, ni la flor, ni la preparación suntuosa; lo que más quiere es nuestro amor y devoción, ese sentimiento del alma; entonces ofrecerle algo a quien es la fuente de todo, es un acto de bhakti-yoga, de devoción. En mi cocina tenemos un altar, ofrecemos cada preparación a Krishna y después la compartimos. Cocinamos en un lugar limpio en cuanto a la higiene, pero también limpio de conciencia: escuchamos mantras mientras cocinamos, y eso ayuda a que nuestra conciencia -de a poquito- se aclare, y que el ambiente sea mejor”.

“Ese devoto Mío que no depende del curso ordinario de las actividades, que es puro, que es experto, que no tiene preocupaciones, que está libre de todos los sufrimientos y que no ansía obtener un resultado, es muy querido por Mí”. (12.16)

Daniela Delgado nació en Montevideo, Uruguay, y a los diecinueve años se convirtió en Daksha.

“Yo era una estudiante normal, era común en algunos aspectos, un poco vanguardista en otros. Tenía esa sensación de frustración del mundo, pero no sabía de dónde venía, porque en esa época no encontraba muchas respuestas a por qué sufrimos, quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos, qué pasa después de morir. Por eso, después de asistir a una charla sobre el Bhagavad-gita a la que me habían invitado, enseguida me uní al movimiento Hare Krishna, porque sentí que encajaba, que cabía exactamente en eso. 

Al iniciarme en la Orden, mi maestro espiritual me dio el nombre de Dakshakanya Devi, que es el nombre tanto de Radharani como de Parvati, y más o menos quiere decir “jovencita experta”. Después me lo acorté a Daksha, para que fuera más fácil de pronunciar”.

“En este mundo no hay nada tan sublime y puro como el conocimiento trascendental. Dicho conocimiento es el fruto maduro de todo misticismo, y aquel que se ha vuelto experto en la práctica del servicio devocional disfruta de ese conocimiento internamente, a su debido tiempo”. (4.38)

Con cientos de miles de adeptos (o “devotos”) por todo el mundo, el Movimiento Hare Krishna -desde su creación en 1966- ha pasado por muchas etapas (algunas muy difíciles) a lo largo de su relativamente corta historia. 

“El Movimiento Hare Krishna, o sea, los devotos de Krishna en Occidente, comienza cuando Bhaktivedanta Swami Prabhupada, con 70 años de edad y un pasaje que pidió que le regalaran, llega en barco a Estados Unidos, con la misión que su maestro espiritual le había encargado: expandir el Bhagavad-gita y el bhakti-yoga por el mundo. Comenzó viviendo con personas que le prestaron su casa. Cantaba el mantra Hare Krishna en los parques y en diferentes lugares de Nueva York, y así ganaba algunos simpatizantes; los invitaba a comer chapati, halava, kitchari, preparaciones vegetarianas con especias que eran impensables en ese momento. Él mismo cocinaba todos los domingos para esos invitados. Muchos eran hippies, otros no, pero era una época en que las personas pensaban diferente y querían cambiar el mundo. 

Prabhupada vivió sólo 10 años más, pero dio la vuelta al mundo 12 veces, tuvo muchos discípulos, y hoy en día, en cada país, hay por lo menos un templo Hare Krishna, donde se enseña este despertar, este volver a tener la relación con Dios que todos necesitamos, porque todos somos almas espirituales. Y Prabhupada nos enseñó a restaurar esa relación, a servir a Krishna, a ser amorosos entre nosotros, a desarrollar el bhakti-yoga, que es el yoga de la devoción y del servicio.

El Movimiento fue madurando a lo largo de los años y la percepción de la gente también fue cambiando para bien. Antes éramos más sectarios; había que expandir las ideas y también el vegetarianismo, y entonces teníamos que dejar casi todo. Mi mamá casi se muere cuando me fui a vivir al templo. Ahora es distinto, es un movimiento muy joven para la cultura occidental, que fue creciendo y evolucionando junto con la sociedad en general”.

“Las comidas que les gustan a aquellos que están en el plano de la modalidad de la bondad, aumentan la duración de la vida, purifican la existencia de uno, y dan fuerza, salud, felicidad y satisfacción. Esas comidas son jugosas, grasosas, sanas y agradables al corazón”. (17.8)

De la mano de la espiritualidad y la devoción por Krishna, Prabhupada contribuyó enormemente a una gran revolución en Occidente: el vegetarianismo. Cuando Dakhsa se unió al Movimiento Hare Krishna, combinó la historia culinaria familiar con todo un nuevo mundo de sabores.

“La cocina en mí está presente desde que nací, viene de mi mamá y de mi abuela eslovena.  No eran cocineras de profesión, pero sí de cuna. Así que nací y me crié entre cocinas, ollas, preparaciones caseras. Mi abuela tenía una huerta donde plantaba de todo, y, aunque no éramos vegetarianos, teníamos contacto diario con la tierra, con la huerta, con los árboles frutales. En Montevideo hasta hoy día hay feria los domingos y los miércoles, en la que todos los feriantes venden sus verduras; era parte de mi vida ir a la feria y comprar todo tipo de vegetales para estoquearnos para la semana. Me encantaba ir con mi madre y mis hermanas. En aquella época empezaba el auge del fast food, y con eso la idea de que la cocina era aburrida, algo para viejos, una pérdida de tiempo. Por mi historia con mi mamá y mi abuela, y más tarde por la resignificación que me dio el unirme al Movimiento, la cocina nunca fue una pérdida de tiempo para mí. Ahora, eso volvió a cambiar en la sociedad: las cocinas tienen un lugar relevante en cada casa, cocinar es un muy buen plan y estoy muy feliz de poder ver eso.

Para mí, cocinar es un gran compromiso. Es algo muy personal dar de comer a otro y dejarse alimentar por otro. Cocinar con una linda energía y con buenos ingredientes es muy importante. Acá, en La Cocina de Daksha, es como una ley: no podemos cocinar ni servir nada de mala gana, hay una responsabilidad muy grande en cocinar y en servir. El Ayurveda –ayur quiere decir vida y veda, conocimiento- promueve la comida consciente, los alimentos en la modalidad de la bondad, cocinados con una buena conciencia, y cosas que nos hagan bien. No a todo el mundo le hace bien lo mismo, somos personas diferentes, pero la comida vegetariana está siempre dentro de lo bondadoso”.

“Yo entro en cada planeta, y gracias a Mi energía ellos permanecen en órbita. Yo Me convierto en la Luna, y con ello les proveo del zumo vital a todos los vegetales”. (15.13)

“La cocina Hare Krishna es cocina hindú. Yo nunca fui a una escuela de cocina, mi escuela es el templo Hare Krishna, mi mamá, mi abuela, y la vida misma. Viajé algunas veces a India y aprendí muchas cosas, pero la base de mi cocina de India la aprendí de los discípulos de Prabhupada, muchos de los cuales se volvieron chefs mundiales. Prabhupada era un gran cocinero y transmitió también esa sabiduría culinaria.

Me gusta hacer una fusión de lo que aprendí de mi mamá y mi abuela con lo que aprendí en el templo. Por ejemplo, yo le saco el súper picante a la comida hindú. Para el que le gusta la opción picante, tengo siempre un preparadito de aceite con un chile re-picante; si alguien me pide eso, yo le doy un potecito, que es fuego mismo.

Pero en los últimos años, yo le empecé a agregar un poquito más de picante a mis preparaciones, muchos lo están pidiendo. Además, un poco de picante hace bien, tenemos que abrir el agni, que es el fuego que necesitamos para digerir. El Ayurveda habla de los distintos biotipos, todos somos diferentes, pero, en general, un poquito de picante -el jengibre, específicamente- ayuda a la digestión.

Las especias no solamente son ricas por su sabor, sino que cada una de ellas tiene un montón de propiedades medicinales. Parte de mi misión es que la gente empiece a comer especias a diario: yo hago mis propias masalas, mis mezclas de especias, y las vendo. La gente acá prueba comer especias no solamente como algo raro, sino como algo que se puede consumir todos los días”.

“Yo soy la fragancia original de la tierra, y Yo soy el calor del fuego. Yo soy la vida de todo lo que vive, y Yo soy las penitencias de todos los ascetas”. (7.9)

Afuera, el movimiento y el ruido cotidiano continúan. Aquí, sentados a una mesa bajo las glicinas, rodeados de flores, murales e imágenes de Krishna y Ganesha, bebiendo especiado y saboreando un exquisito plato múltiple llamado thali, continuamos la charla. Una charla tan especial como la casa y el patio en donde funciona La Cocina de Daksha.

“Yo tenía mi cocina, daba clases y hacía viandas y pedidos por encargo en mi casa, pero quería expandirme, porque el lugar ya me quedaba chico. Así que empecé a buscar lugares para alquilar, pero no quería ni un lugar con luces artificiales ni un local de cocina. Todo lo que veía no me satisfacía, hasta que vi este lugar y me dije: ‘no sé cómo voy a hacer, pero yo quiero estar acá’. Era septiembre, y estaba todo lleno de plantas y flores, estaba todo teñido de violeta por las glicinas. Alquilar esta casa fue un gran esfuerzo, porque estaba fuera de mi alcance, económicamente hablando, pero mucha gente me prestó dinero, incluso gente que no me conocía tanto. Poco tiempo después pagué todas mis deudas con las ganancias de mi primer libro. 

Este es un lugar muy especial, lo cuidamos mucho y de manera consciente: las plantas, los sahumerios, las imágenes, la música. Los mantras purifican el ambiente, pero también nos purifican a nosotros, abren nuestra mente, abren nuestro corazón, nuestra alma, nos despiertan.

A quienes vienen, ya sea a comer en las mesas o a llevarse pedidos, les gusta mucho el ambiente, sienten ese amor que hay en el aire. Muchos creen que es mi casa; no lo es, pero acá se siente que hay algo que es muy casero, muy familiar”.

“Las manifestaciones de la modalidad de la bondad se pueden experimentar cuando todas las puertas del cuerpo están iluminadas por el conocimiento”. (14.11)

La charla llega a su fin y es difícil pensar que en un rato vamos a estar de nuevo en la vorágine de la vida cotidiana. Pero también es un aliciente saber que La Cocina de Daksha va a estar aquí para recibirnos, refugiarnos, distendernos, y alimentarnos en cuerpo y alma. 

“Somos un alma espiritual, pero además tenemos un cuerpo que hay que mantener, que no hay que descuidar para nada. La espiritualidad convive con lo material, tenemos que buscar un balance entre cuidar el cuerpo, cuidar nuestra vida en general y cuidar nuestra alma.

Si tengo que invitar a personas que aún no han venido o que no nos conocen, les diría que se animen a tener una experiencia distinta, porque no es solamente comer. Obviamente, van a disfrutar del sabor y la variedad de las preparaciones y las especias, pero también es sentarse y escuchar mantras, dejarse rodear por la naturaleza, y conocer más profundamente la historia, de dónde viene la cocina vegetariana”.

NOTA: Las citas del Bhagavad-gita fueron extraídas del “Bhagavad-gita Tal Como Es”, de Bhaktivedanta Swami.

PALAK BADAS

Ingredientes:

3 atados de espinacas blanqueadas, escurridas y picadas

1 taza de panir

1 cda de jengibre fresco picado

1 cdita  de garam masala

1 cdita de curry masala

1 cdita de sal marina

1/2 taza de almendras picadas

1/2 taza de harina de garbanzos

ghi o aceite para freir

En un bowl mezclo todos los ingredientes y armo una pasta suave que pueda formar con las manos bolitas tipo falafel,

caliento el ghi y frIo las badas aproximadamente 8 minutos hasta dorarlas.

ESTOFADO BENGALÍ CON GARBANZOS Y PANIR

Ingredientes :

4 cdas de ghi

1 cda de curry masala

3 cdas de cilantro fresco picado

1 cdita de pimienta negra molida

2 tazas de yogurt natural

1 taza de cubos de panir

1 cdita de sal marina

1 pimiento rojo cortado en cubos 

1/2 flor de coliflor cortado en flores

2 rodajas de calabazas cortadas en cubos 

1 taza de garbanzos cocidos

En un wok caliento el ghi y sofrio el curry y el cilantro por unos segundos, luego agrego el coliflor, el pimiento y la calabaza.

Cocino a fuego moderado con la tapa puesta para lograr un vapor (para esto quizás agrego un poquito  de agua cada tanto)

Cuando los vegetales estan casi cocidos, incorporo los garbanzos, el yogurt, los cubos de panir y la sal. Dejo cocinar por unos minutos más hasta que el yogurt se vuelve cremoso y el panir y los garbanzos se mezclan con toda la preparación.

Agrego algo más de cilantro al final.

CONTACTO

La Cocina de Daksha

Av. Liniers 1756, Tigre.

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